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Las Incondicionales

viernes, 24 de septiembre de 2010

Capitulo 21 Protegiendo al Amor

Ok, chicas, esto de a poco se va acabando...y me da penita decirlo pero no kiero que se acabe...ajajaja si despues de casi un año ya le tome cariño a esta adaptacion =) pero no se preocupen que Titi Cullen pretende hacer una secuela de esta historia (de la original)... a su manera, si quieren saber como es busquenla en FF.net, busquen el fic Protegiendo a un Playboy.
Este finde sera importante para algunas que leyeron Iniciando una Videollamada, ya que habran al meno tres capis mas. No se si lo seguire, pero al menos esto es lo que salio desde que Bella y Edward hablaron por tercera vez.
Con respecto a Angel Mio probablemente habra capi la prox semana...al menos eso esperamos.
Espero les guste este capi, a mi opinion es la mejor...ojala fuera tan valiente con Bella.
Y sin mas demoras.... LAS QUIEROOOO
NENY W CULLEN


Capitulo 21 Protegiendo al amor

Cuando Bella llegó a la casa de Edward en Long Island, llovía con fuerza. La puerta delantera estaba protegida por un voladizo que se sostenía en unas gigantescas columnas de piedra, pero el viento soplaba y barría la lluvia hacia el interior.

Se encogió dentro de la chaqueta y volvió la espalda a la magnífica extensión de césped y a la espectacular vista del océano. Pisó fuerte para ahuyentar el frío y la humedad que le calaban los huesos; un frío y una humedad que no tenían nada que ver con la temperatura y sí con el hecho de que no le gustaba ni un ápice lo que estaba ocurriendo.

No le gustaba que, pese a haber telefoneado varias veces desde el coche, Edward no hubiese respondido a la llamada. No le gustaba que cuando había llamado a Charlie, éste le dijese que tampoco había podido ponerse en contacto con nadie de la casa. No le había gustado que, al entrar en la impresionante carretera de acceso, la caseta del portero estuviese vacía y la verja de hierro abierta. No le gustaba no ver por ningún sitio a los policías que supuestamente Charlie le había dicho que estaban de guardia, ni que los agentes del FBI que se suponía que estaban en las proximidades no le hubiesen dado el alto, habiendo alcanzado así a la puerta principal sin que nadie lo notara ni se lo impidiese.

Pensó en llamar al timbre y decidió que, probablemente, no era lo más sensato. Si había ocurrido algo...

Bella recordó la debacle de Forks, cuando oyó los disparos y vio a Edward caer junto a la cama. Pensó en el pánico que la invadió mientras no supo si estaba vivo o muerto y sintió un escalofrío. Se obligó a serenarse. No podía permitirse el lujo de que los sentimientos personales se entrometiesen en su trabajo. Y ahora menos que nunca, sobre todo porque, después de montones de helados, kilos de palomitas y más canciones tristes de las que creía que se habían escrito, todavía no estaba segura de sus sentimientos personales.

En lugar de llamar al timbre, se secó las manos mojadas en los vaqueros, aún más mojados, e hizo girar el pomo de la puerta, que se abrió sin problemas.

—Causa probable —se recordó en un susurro—. Para registrar una casa sin orden judicial se necesita una causa probable. Uno no puede entrar así como así. —Pero enseguida se ordenó callar. Llegado el momento, ya daría con una causa probable; justo después de que supiera cuáles eran sus sentimientos personales.

Avanzando despacio y en silencio, entró en el vestíbulo principal e hizo una pausa para apartarse el cabello mojado de la cara. Cualquier multimillonario que se preciase, debería tener un sistema de alarma que le anunciase su llegada antes de poder avanzar hasta el interior de la mansión. El que Edward no lo tuviera o no funcionase sólo despertó más recelos. Sacó la pistola del bolso y se adentró en la casa.

Aquel lugar le otorgaba un nuevo significado a las palabras «alto standing», con unas habitaciones tan grandes como todo su apartamento, ventanas de vitrales de colores, suelos de mármol pulido y vistas panorámicas que ocupaban toda una pared. Vio una biblioteca, un salón para celebraciones, una sala de música y un comedor con los servicios de plata. Todo ello la dejó sin aliento, pero no vio a Edward en ningún lado, de hecho no vio a nadie.

De regreso a la entrada, Bella observó la gran escalera de caracol que se alzaba desde el vestíbulo. Si tenía que hacerlo registraría todas las habitaciones del piso de arriba, una por una. Ya estaba en el primer escalón cuando le pareció oír la voz de Edward.

Antes de dar un paso mas hizo una pausa y escuchó. Era Edward, estaba claro, era su voz y el sonido procedía de alguna habitación que todavía no había registrado.

El alivio dio paso a la cautela. Aunque estuvo tentada de echar a correr hacia la voz, se contuvo. Avanzó con cuidado a lo largo del pasillo lleno de cuadros y, con la espalda contra la pared y la pistola agarrada con las dos manos, se detuvo ante una puerta entornada y escuchó.

—¿Has llamado a casa de Seth esta tarde? Me parece increíble que no haya llamado a Alisson para darle algún mensaje.

La voz de Edward sonaba bien. Perfectamente bien. Perfectamente normal que a Bella se le escapo un suspiro de alivio. Por lo poco que veía a través de la puerta entornada, parecía la oficina privada de Edward en su propia casa. Las paredes estaban cubiertas por estanterías plagadas de libros y un escritorio enterrado en papeles ocupaba el extremo de la estancia. Jane estaba con él, sentada en una silla frente al escritorio, bolígrafo en mano y con un cuaderno para tomar notas sobre las rodillas. Bella entró en la estancia.

Edward se preguntó si no habría estado perdiendo el tiempo durante todos esos años. Tenía que haber abandonado su carrera de hombre de negocios y haberse hecho mago. Estaba pensando en Bella y, de repente, apareció ante él. Entrecerró los ojos y contempló la visión que había interrumpido la carta que estaba dictando.

Había pensado en ella muchas veces durante las últimas semanas, por supuesto, pero nunca había aparecido. Ese pensamiento se entrometió en aquel breve momento de felicidad evidenciando la lógica que comportaba: si había pensado en ella muchas veces y no había aparecido, en aquella ocasión tampoco debía de ser cierto. No era real, estaba alucinando. Bella era un producto de su imaginación, pero cuando imaginaba a la mujer la veía tal como la había visto la última noche que habían estado en Forks, desnuda y anhelante. Pensó en el sedoso tacto de su piel debajo de su cuerpo y en su calor cuando lo abrazaba. Pensó en su cabello bañado de plata por la luz de la luna y en su piel brillando de pasión.

No pensó en ella con una chaqueta azul marino tan empapada de lluvia y pegada a su cuerpo. Ni en el cabello alborotado y mojado sobre la cara. No la imaginó en vaqueros y zapatillas deportivas mojadas que dejaban un charco en su parqué de primera calidad.

—¿Isabella? —Edward se puso en pie de un salto y sacudió la cabeza para ahuyentar sus fantasías. No era una ilusión, era real, y su sorpresa se disolvió en alivio. Y su alivio se convirtió en una sonrisa. La había llamado tantas veces y ella nunca le había contestado... Y en esos momentos, allí estaba. La sonrisa de Edward se difuminó. Las mujeres no solían ir de visita con una pistola en la mano. —¿Qué estás haciendo aquí? —Miró más allá de Bella y vio el pasillo vacío—. ¿Cómo has llegado hasta aquí? —preguntó—. No he oído el timbre. Nadie ha anunciado tu llegada.

—Ése es el problema, ¿verdad? —Bella se adentró más en la habitación, mirando a su alrededor mientras lo hacía. Al parecer, lo que vio o lo que no vio le gustó porque guardó la pistola en el bolso que llevaba colgado del hombro—. Tenemos que hablar.

¿Acaso había venido a hablar?

Edward sintió el sabor de la decepción en su boca. Todo ese tiempo había soñado con Bella, había pensado en ella y había hecho secretos tratos con Dios y con el diablo y con todo el que había accedido a escucharlo. Estaba dispuesto a dar todo lo que tenía por acostarse con ella otra vez. ¿Y ella venía a hablar?

Demostrar sus emociones y que sus empleados fuesen testigos de las mismas nunca había sido su estilo. Si Jane no hubiese estado presente, tal vez habría caído en la tentación de cruzar corriendo la sala y tomarla en sus brazos y besarla hasta convencerla de que hablar era lo último que tenían que hacer. Pero su secretaria estaba allí y Bella no parecía tener ganas de que la besara.

—Tenemos que hablar —repitió, con los ojos tan cortantes como su voz. Lanzó una mirada a Jane antes de volverse hacia el—. En privado.

—Esto es un recinto privado. —Edward no estaba dispuesto a dejarse llevar ni por sus emociones ni por la mujer que tenia en frente. Se compuso los puños de su camisa azul celeste, se alisó una arruga de los pantalones y pasó al otro lado del escritorio;—. Supongo que has venido por asuntos de trabajo. —La miró a los ojos pero no le dio tiempo para que respondiera. No quería oír esas palabras en voz alta. Claro que estaba allí por asuntos de trabajo. ¿Para qué otra cosa habría ido a verlo?—. Todo lo que tengas que decir, puedes decirlo delante de Jane.

—De acuerdo. —Bella respiró hondo—. Es acerca de Seth. Lo han encontrado. Lamento mucho... —Apartó la mirada y la voz le falló. Se recobró en un par de segundos y prosiguió—: Lamento mucho comunicarte que está muerto.

Edward entendió que llevaba tiempo esperando esa noticia porque no le sorprendió. Ni lo enojó. Lo único que sintió fue un fuerte dolor que le desgarró por dentro como un cuchillo. Era sólo la punta del iceberg de un dolor que llevaba tiempo sufriendo en silencio. Eso también lo sabía y, de momento, lo dejó de lado hasta poder afrontarlo a solas. Había otras cosas de las que preocuparse antes de centrarse en sí mismo: la esposa de Seth, sus hijos, su reputación.

—Así que yo tenía razón desde el principio. Sabía que Seth nunca me traicionaría. —Edward estaba tan aliviado que casi se sintió culpable. Ninguna de las dos emociones tuvo tiempo de arraigar. Se le ocurrió otra idea y el corazón saltó dentro de su pecho—. Entonces, si no fue el, fue otra persona. ¿Quién...?

Bella asintió y Edward comprendió qué quería dar a entender. Si lo había traicionado otra persona, el peligro podía estar más cerca de lo que ambos imaginaban. Supo que tenía que hacer algo y se dirigió al teléfono.

—Yo no me movería tan deprisa, señor C. —Jane le impidió el paso. Captó la maldad en la voz de su secretaria antes incluso de mirarla. Mientras Bella y él habían estado hablando, su secretaria se había acercado a la espalda de Bella y ahora le apuntaba a la cabeza con una pistola.

Edward miró a su secretaria, su piel suave y arrugada, su cabello plateado perfectamente peinado, su traje chaqueta de color rosa y su collar de pequeñas perlas. Sus zapatos a juego, sus pendientes de perlas, y el toque de colorete rosado que lucía en las mejillas. AL verlo simplemente no pudo contenerse y se echó a reír.

—Esto es una especie de chiste, ¿verdad? —Su risa cayó de lleno sobre la desesperación que brillaba en los ojos azules de Jane—. Es una broma, no puedes estar...

—Calla!! —A Jane le tembló la voz y también la mano con la que sujetaba la pistola—. No me lo pongas más difícil. Te aprecio, señor C., y tú lo sabes. Has sido muy amable conmigo y con mi familia, pero... —La voz se le quebró y tragó saliva al tiempo que alzaba la barbilla—. Me temo que el dinero es más importante.

—Los cuatro millones. —El intuyó que a Bella le habría gustado soltar un gruñido junto con las palabras. Controló las posibles muestras de debilidad y se mantuvo serena y tranquila—. Vulturi te dio los cuatro millones, tu los ingresante en la cuenta de Clearwather y los sacaste otra vez. Sabías que estábamos en Forks desde el principio.

—Desde el principio no, lo supe cuando llegó el cargo de la tarjeta. Te tomaste tu tiempo —le dijo, mirando a Edward—. Pensé que nunca te encontraríamos. Yo vi ese comprobante mucho antes de que Seth supiese que había llegado. Pero tenía que esperar que acudiese a Forks y se encontrara contigo. Era más sencillo hacer que alguien lo siguiera a él hasta ti.

—Y luego lo mataron. —Edward tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no enfrentarse físicamente a Jane. Si la pistola le hubiese estado apuntando a él, lo habría hecho pero, en esos momentos, Bella estaba en peligro—. Piensa en Seth, piensa en sus hijos. ¿No te das cuenta de qué tipo de personas son? Lo han matado, Jane. ¿Cómo vas a poder vivir sabiéndolo?

—Lo siento, pero hay veces en que... —En esta ocasión, fue ella la que soltó una carcajada, aunque en ella no había un ápice de humor. Una solitaria lágrima surcó su arrugada mejilla—. Obligaciones desastrosas, acciones pésimas, inversiones nefastas... He estado jugando a la bolsa a través de Internet y lo he perdido todo. No sabía qué hacer ni a quién dirigirme. Yo...

—Podías haber hablado conmigo. Ya sabes que te habría ayudado, Jane.

—Sí, me habrías ayudado, claro que sí. —la mujer sacudió la cabeza, rechazando esa idea del mismo modo que la había rechazado la primera vez que se le ocurrió—. Pero tú lo habrías sabido y, cada vez que me mirases, habrías pensado en ello. Me habrías recordado lo débil que soy y cómo las cosas escapan a mi control. Tú nunca lo habrías admitido, no eres tan estúpido, pero en algún rincón de tu mente lo habrías recordado y no me habrías tenido en la misma estima debido a ello. Fue por eso por lo que, cuando llamaron...

—Cuando llamaron —Edward asintió, comprendiendo por fin— los tipos que me habían ofrecido una parte del dinero a blanquear, los tipos contra los que voy a declarar ante el juez.

—Exacto. —Jane le dedicó una acuosa sonrisa y se secó las lágrimas—. Sabían que el FBI nunca cometería el error de permitir que alguien supiese dónde estabas escondido pero pensaron que yo podría ayudarles. Escucha y vigila, me dijeron. Escucha y vigila y si oyes algo... —Se encogió de hombros—. Fue un regalo de Dios, eso es lo que fue. Me ofrecieron cuatro millones justo en el momento en que más los necesitaba. ¿Cómo iba a decirles que no? Primero te quitarían a ti de en medio y, cuando recibiera el dinero que me habían prometido, pagaría las deudas y nunca nadie sabría lo estúpida que había sido.

—¿Así que les ibas a entregar a Edward en bandeja de plata? —La mirada de Bella fue de Edward a la chimenea que tenía a su derecha, en el otro extremo de la sala—. No podía funcionar, Jane. —Lo miró de nuevo, indicándole la chimenea, y el captó el mensaje. Estaba planeando algo y fuera lo que fuese, quería que él se moviese en esa dirección cuando empezara la acción—. ¿Y qué hiciste, Jane? ¿Diste un día libre al personal? ¿Decirle a la policía que se marchase porque el FBI estaba aquí? ¿Decirle al FBI que no los necesitaban para nada porque la policía se ocupaba de todo? Has desconectado la alarma y no has cerrado con llave la puerta principal. ¿Qué te traes entre manos?

La secretaria no respondió a las preguntas de Bella. Si lo hizo un coche que subía por la calzada de acceso y aparcaba justo en ese momento ante la casa. En esta ocasión, incluso Edward reconoció al hombre que se apeó de él. Era Aro Vulturi y se dirigía a la puerta principal.

No había tiempo para pensar. No había tiempo para nada que no fuese salvar a Edward.

Cuando estuvo segura de que el sabía qué tenía que hacer, Bella se movió y, con toda la fuerza y rapidez que pudo le clavó el codo a Jane en el estómago. Como si le hubiesen vaciado todo el aire de los pulmones, la mujer se deshinchó con un gemido, perdió el equilibrio y resbaló. Como Bella temía, consiguió realizar un disparo, que salió por su lado derecho, muy desviado del objetivo y lejos de donde le había dicho a Edward que se pusiese a cubierto.

Gracias a Dios. Por una vez, Edward le había hecho caso.

Mientras Jane se debatía por recuperar el equilibrio, Bella le arrebató la pistola. No necesitaba que ella le ocasionase más problemas por lo que, como medida de precaución, la golpeó en la cabeza con la pistola. La mujer gruñó y perdió la conciencia antes incluso de llegar al suelo.

Cuando Bella se volvió, Edward la estaba mirando.

—¿Qué? —Bella se negaba a culpabilizarse. Necesitaba quitarse de encima a Jane y ahora la mujer estaba en el suelo. Al parecer, sus métodos incomodaban a Edward, que miraba a Jane y a ella alternativamente.

—Me alegro de que nunca te enfurecieses de ese modo conmigo.

—Una vez lo hice —le dijo ella, pero no añadió nada más porque no tenían tiempo para chácharas. Se metió la pistola de Jane en el bolsillo, agarró a Edward de la mano y tiró de él hacia la puerta.

—No. —el se detuvo sólo una fracción de segundo—. Por ahí no, nos encontrará seguro. Por aquí.

En la pared opuesta a la que estaba la puerta por la que Bella había entrado había otra puerta. Edward la abrió y, antes de que se precipitara al pasillo o se comportase como un caballero y la dejase pasar primero, ella lo adelantó y abrió el camino. Con la mano de el en el hombro a modo de guía, recorrieron toda una serie de larguísimos pasillos con recodos hasta que finalmente llegaron a la cocina.

La estancia habría hecho las delicias de un chef, con abundante espacio para trabajar, amplias mesas separadas y todos los instrumentos de acero inoxidable. A Bella sólo le interesó el teléfono. Estaba en la pared, junto al frigorífico y corrió hasta él, lo descolgó y volvió a colgarlo de un golpe.

—No funciona —dijo frustrada —. Seguro que Jane cortó la línea. Ahora comprendo por qué antes no pude contactar contigo.

—¿Intentaste llamarme? —Edward la tomó por el brazo. Bella no entendía por que Edward le daba tanta importancia a esa cuestión, pero era evidente que lo hacía. La miró como si su vida dependiera de la respuesta—. ¿Intentaste llamarme?

Un chisporroteo avanzó desde la mano de Edward hasta la chaqueta empapada de Bella. Serpenteó por su camiseta y se adentró en su piel. Era una lástima no tener tiempo para disfrutar de la sensación, algo parecido a lo que debería sentirse si sus entrañas fuesen de cera y se fundiesen. Oyó un ruido en el pasillo.

—Te llamé —le dijo en un susurro— para ponerte sobre aviso.

—¿Me llamaste para ponerme sobre aviso? —susurró Edward a su vez.

—Mira... —Bella clavó los ojos en la puerta de la cocina—. Creo que ahora no tenemos tiempo para esto. Más tarde hablaremos de los problemas de nuestra relación.

—Porque Vulturi está...

—En el vestíbulo, sí, lo sé. Debe de haber oído el disparo y habrá subido primero a la oficina, pero no olvides que.., —Miró su ropa y sus zapatillas empapadas—. Yo voy dejando un rastro, no tardará mucho en encontrarnos.

Sólo podían hacer una cosa. Bella le dio un empujón a Edward en dirección a la puerta que llevaba al exterior.

—Tenemos que separarnos, Estarás más seguro fuera de la casa.

—Pero tú... —el no se movió.

—No te preocupes por mí. —Bella se sentía segura, tenia su arma en el bolso y la pistola que le habia arrebatado a Jane. Se podría librar de Vulturi al menos hasta que Edward pudiera salir ileso del lugar—. Sal de aquí, mi coche está aparcado en la puerta. Dentro hay un teléfono. Pulsa la tecla de última llamada y hablarás con Charlie. —Se oyó otro ruido en el vestíbulo, más cercano que el anterior. Sacó las llaves del coche del bolso y se las lanzó—. Vete de aquí, maldita sea.

Edward asintió pero no se movió. Primero le recorrió la barbilla con el dedo y le dijo:

—Realmente siento lo que paso en Forks Bells.

Lo último que necesitaba era una confesión que le hiciese lamentar todo lo que había tenido lugar en la casita con vistas a la fábrica. Bella rehuyó su caricia.

—Largo. Es una orden —le dijo.

Edward no parecía entusiasmado con la idea pero, sorprendentemente, le hizo caso. Caminó deprisa hacia la puerta y, sin hacer ruido, la abrió y salió. Bella suspiró aliviada. Había llegado el momento de crear distracciones.

No era difícil hacerlo. Se encontraba tras una ancha mesa de trabajo con abundantes cajones. Abrió uno de ellos que contenía una cubertería de plata. Cogió un puñado de cucharas, las lanzó al aire y las oyó chocar contra el suelo de baldosas de cerámica. Después, se situó detrás de esa mesa, rezó para que Edward pudiera llegar al coche y pedir refuerzos y se dispuso a defender su terreno.

Como era de esperar, Vulturi llegó disparando. Bella se agachó tras la mesa y respondió abriendo fuego dos veces. La puntería no le falló, le dio en el pecho pero Vulturi fue inteligente y llevaba un chaleco antibalas. Los disparos le hicieron reducir el paso pero no lo detuvieron.

Bella aprovechó su ventaja. Saltó tras la mesa y disparó otra vez, o habría debido hacerlo si su arma no se hubiese quedado atascada.

Fue presa del pánico, pero supo que no podía permitirse el lujo de pensar en ello. Sacó la pistola de Janee del bolsillo y la utilizó. Pero la pistola de la mujer en realidad estaba pensada para intimidar, no para matar. Bella hizo cinco disparos más y se le acabó la munición.

Se agachó detrás de un armario para hacer acopio de fuerzas y huir. Sin duda lo habría intentado de no haber sido porque lo siguiente que notó fue el cañón del arma de Vulturi clavada en la sien.

—Encantado de verle otra vez, agente especial Swan. —Con un lacónico movimiento de cabeza, le ordenó ponerse en pie. Bella no pudo hacer otra cosa que obedecer. Alzó las manos y lo miró con cautela—No te preocupes —le dijo el con tono tranquilo—. Ya sabes que no he venido a por ti, pero has sido un estorbo increíble, maldita sea. Si me dices dónde está Cullen...

—Debes de estar de broma. —Bella no supo qué la llevó a decidirse a discutir con el tipo. No era lo más aconsejable que podía hacerse dado que el tipo le estaba apuntando con una pistola—. Cullen no está aquí —le dijo—. Se fue hace mucho. Yo averigüé lo de Jane y lo puse sobre aviso. Cuando llegué, él ya iba camino de vuelta hacia la ciudad.

—Mentira. —Vulturi movió la pistola en su sien, obligándola a volver la cabeza hacia él.

Pese a recordarse a sí misma que no debía ser presa del pánico, que había hecho todo posible por salvar a Edward y que eso era lo único que importaba, Bella se acordó del pobre Seth Clearwather y de cómo le habían disparado por la espalda. Tragó saliva ante esa idea y el miedo que conllevaba. Al menos, en su esquela no diría que había muerto investigando el caso del oso Smokey.

Como mínimo, habría dado la vida por una buena causa. Podría morir pensando en Edward y en la maravillosa noche que habían pasado juntos. Y morir con una sonrisa en los labios.

Cerró los ojos más dispuesta que nunca a escuchar el chasquido del gatillo. Pero en lugar del chasquido oyó un fuerte ruido y notó que el hombre a su lado quedaba laxo. Se volvió justo tiempo para ver cómo se desplomaba. A su lado estaba Edward, aferrando el arma que había utilizado para golpear al matón: su trofeo de peor jugador de bolos de la noche.

Bella parpadeó asombrada y, al cabo de un segundo, volvió a la realidad.

—¡Te he dicho que te largaras de aquí! —le gritó.

Edward dejó el trofeo sobre la mesa y dijo:

—¿Crees que ésta es manera de recibir a la persona que acaba de salvarte la vida?

—Está bien, de acuerdo. —Bella cruzó la cocina y se agachó junto a Vulturi para quitarle el arma. Tendría que haberse sentido aliviada, relajada, extática, pero no, estaba enfadada. ¿Acaso aquel hombre nunca iba a hacerle caso? ¿No sabía que habrían podido matarlo?—. Está bien, gracias —gruñó.

—De nada —gruñó el de vuelta a su vez.

El sonido de la sirena de un coche de policía puntuó sus palabras y Bella supo que Edward había llamado pidiendo refuerzos. Pensó que tenía que darle las gracias por eso y que algún día lo haría; cuando consiguiera inculcar algo de sensatez en la alocada mente de Edward.

—¿Qué demente regresaría a la casa en la que se encuentra el matón que quiere cargárselo? —No habría tenido que gritar de no haber sido por el ruido que hacía la policía fuera de la casa, ni por el impacto en los cristales de la puerta principal y la ruidosa llegada de lo que parecía la mitad de la población de Long Island.

—El mismo demente que intentaba salvarte —gritó el. Era obvio que también quería hacerse oír.

—Fantástico. Me has salvado. —Señaló el bolso que había dejado en el suelo, junto a los pies de Edward—. Ahí dentro están las esposas —le dijo—. ¿Quieres sacarlas, por favor?

Bella esperaba que le contestase gritando o al menos que se resistiese. En cambio, Edward agarró el bolso y extrajo las esposas. Cuando se las tendió, en su rostro se dibujó una conmovedora sonrisa.

—En un momento como éste —dijo el—, ¿no se te ocurre pensar en otra cosa?

Bella sintió una oleada de calor en el rostro y en otras zonas de su anatomía. En esta ocasión, no tenía nada que ver con la rabia.

—No estaba pensando en ello —admitió—, al menos hasta que tú lo has sugerido. —Miró las esposas que colgaban de la mano de Edward, la sonrisa de su rostro y la diabólica expresión que encendía sus ojos—. Pero ahora que has sacado el tema...

No pudo terminar la frase. La puerta trasera se abrió de golpe y entró un equipo del cuerpo de operaciones especiales de la policía. La puerta del vestíbulo también se abrió y Charlie y dos agentes más que ella conocía corrieron hacia la cocina. Los seguían un par de detectives vestidos de paisano con trajes oscuros. Por el trato deferente con que se acercaron a Edward, Bella supo que era su propio cuerpo de seguridad.

—¡Sáquenlo de aquí! —gritó Charlie por encima del caos general, señalando a Edward. Los de seguridad lo rodearon y se lo llevaron de la cocina.

—¡Esperen! —gritó ella, aunque sabía que Edward ya no la oiria. En el vestíbulo había más agentes de seguridad. Y policías. Uno de ellos había esposado a Jane y la llevaba hacia uno de los coches. Bella se precipitó entre la gente, pero cuanto más lo intentaba, más le costaba alcanzar a Edward.- Edward…. Esperen… Edward!


****
Que le querra decir Bella a nuestro salvador??? Uuu... ya quiero saber. El Lunes subire el penultimo capi u.u
Besos
Las quiero mucho....van a comentar?? :)

OJO: Quedan 6 dias para que acabe el plazo para los OS... el viernes 1 de oct subire los que han llegado y tendran 15 dias para leerlos y comentarlos...ya les dire como seran las votaciones. Animense aun hay tiempo!! envienlos a NENYWRITTERCULLEN@HOTMAIL.COM


7 comentarios:

Unknown dijo...

wauuu que emocion, neny me encanto el capi, hay que le queria decir bella?? pero porque esta confundida?, hay que ya se den cuenta que estan enamorados, ojala para el proximo capi ya se aclare todo, oohhh pero ya casi se acaba =S esta es mi historia preferida, pero bueno sé que vienen mas jaja neny simplemente perfecto como simpre
saludos desde colombia

romii dijo...

oooooooooo por dios!!!!
neny esto fue más emocionante de a vida!!!! y no puedo creer que hayas cortado justo ahí!!!!!!!! muero por saber que diría espero ansiosa e siguiente
besos y nos leems pronto

..//((^aLexcullen^))//::.. dijo...

buaaaaaaaa ando llorando buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ya se va a acabar... y no es justo porque me encanta esta historia y es que bueno dios es wow... jajajaja
que cres ya la prox semana si hay cap de angel mio sale y bueno te pido un favor??? podrias pasar al blog hay algo ahi y necesito tu opinion grax neny eres genial pero aun sigo llorando

isabella dijo...

wow.
me encanto muchisimo este capitulo.
estuvo increible.que bueno que edward la salvo estuvo hemoso...
por que???!!! no quiero que se acabe esta historia tan pronto estuvo estupenda. de verdad.
me encanta muchisimo esta historias, ya que son con los personajes que mas me gustan... no dejen de escribir.
bye bye.
las quiero, cuidensen =)♥♥

diana dijo...

hey hola muchas fekicidades estan super padres tus historias me encantan jajaj y ke padre ke edward haya salvado a la agente swan jajaj :) ya era ora siempre le toko a ella jajajaj bno esperando con ansias el final y ke tengan bebess jajajaj ok espero ke estes bien y muxas bendiciones :)

Bárbara dijo...

Hola Neny!!!
Me ha encantado el capitulo, que emocionante!!! Pero no vale, lo has dejado en un punto muy interesante, que le quiere decir Bella??? jaja Espero con muchas ganas el proximo capitulo jeje
Besos y gracias por escribir y compartir tus historias con nosotras.

Electrica Cullen Black dijo...

Por su puesto que te comento mi Neny... pero antes perdón por tardarme tanto cari... entre intentar escribir y noches enteras de cháchara con quien tu sabes jajaja pues se me fue pasando el tiempo. Espero que estes bien nena, hace unos días que trato de localizarte y no hay forma. Mixxi y yo estamos preocupadas porque no nos contestastes la otra noche... supongo que se te puso el mesenger solo a mi a veces me sucede.
Capi estúpendo... me encanta la forma de amor/odio de esta parejita... y woo este capi me estaba poniendo a punto de comerme las uñas de la intriga!!!.
Felicidades por tu 6 puesto hermanita... lo anuncie en las huéspedes...Te quieroooooo que no se te olvide nunca nunca nunca.

Afilianos ^^

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