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Las Incondicionales

viernes, 7 de mayo de 2010

Capitulo 8: La cena




Para mis lindas niñas que esperaban ansiosas esta historia. Les cuento que escribiré esta historia y la subiré los viernes …o sea Hoy!!
Jajajaj, miles de gracias chicas por insistir en esta historia, a mi también me gusta mucho y espero les guste este capi
Para recordar un poco lo que paso con esta pareja hace cuatro meses:

—¡Muy típico! ¿Yo? ¿Intentando seducirte? ¿Crees que estoy tan necesitada?

—Y yo, ¿crees que lo estoy?

Ok, ella se merecía esa respuesta y lo advirtió al instante, pero no esperaba que le hiciera tanto daño. Intentó que no se le notase el temblor de las manos y del labio inferior. Echó los hombros hacia atrás y alzó la barbilla.

—De acuerdo. Ahora que hemos aclarado este punto, tal vez consigas mantener bajo control tus manos y otras partes de tu anatomía —dijo, mirándole la bragueta.

—Estaré encantado de hacerlo.

—Bien.

—Bien.!!!

—Perfecto!!!!. —Bella entró en el salón a toda prisa. Aquella tarde había ahuecado más de una vez los cojines del sofá, pero lo hizo de nuevo, pegándole un puñetazo a uno de ellos antes de volver a dejarlo en su sitio—. Juralo!

—¿El qué? ¿Que mantendré las distancias? ¿Que nunca volveré a tocarte? — Edward soltó una carcajada—. No me será tan difícil.

—Entonces, lo juras?

—Sí.

—Bueno.

—Perfecto. Bien.

—Muy bien!!! —Edward recorrió la sala de un lado a otro—. Realmente muy pero muy bien!!

—PERFECTO!!

Bella entendió que el hecho de que sonase el timbre justo en ese momento era poco menos que una bendición. Teniendo en cuenta cómo había discurrido la situación, significaba que había dicho la última palabra



AHORA DISFRUTENLO!!!!

Capitulo 8: La cena


Alice se recostó en la silla. Los pantalones elasticados le apretaban ahora más que cuando se sentó.

—¿Estás seguro de que no compraste la cena en un restaurante de comida rápida? —preguntó—. Estaba igual de buena

Edward engulló el último pedazo de plátano frito junto con el comentario que estuvo tentado de hacer, un comentario que contenía las palabras «falta de clase» y «vulgaridad». Dejó el tenedor, se llevó la servilleta de papel a los labios y se forzó a no mirar a Bella. No era necesario que lo hiciese. Sabía que sonreía, igual que había sonreído durante toda aquella horrible y larga cena.

—No es de ningún restaurante de comida rápida —le dijo, sin sorprenderse de no poder reprimir la irritación en su voz -Ya os lo he dicho antes. Yo he decidido el menú y lo he preparado.

—¿De veras? —Jasper miró a Edward con incredulidad. Tomó el último trozo de cerdo, lo puso en su plato y lo engulló. Con la boca llena, añadió—: ¿Quieres decir que lo has cocinado...?

Jasper se contuvo a tiempo. Sin embargo, y a pesar de que los demás invitados no entendieron a qué se refería, Edward supo exactamente qué había querido decir. Encogiéndose de hombros, Edward le hizo una seña a su vecino, pero ni siquiera estaba seguro de qué quería decirle. Si Jasper deseaba recibir la primera lección, el accedería a dársela. Aunque nunca había relacionado la cocina con el romanticismo, era probable que tuviesen algo que ver

—Son una pareja encantadora. —La voz de Alice interrumpió los pensamientos de Edward. Vio que la mujer miraba hacia la horrible mesa de conglomerado que hacía las veces de mesita de café, situada junto al sofá y que observaba también la falsa foto de boda que había llegado esa misma tarde. Soltó un hondo suspiro que provocó alarmantes movimientos en su camisa granate—. Tiene que haber sido el día más hermoso de vuestra vida.

—¡Pues claro que lo fue! —se apresuró a exclamar Bella, temerosa de que Edward se anticipara y dijese algo ofensivo—. Todo fue muy hermoso: la ceremonia en la iglesia, la recepción y la orquesta que tocó las polcas.

—¡Ah, sí, la banda de polcas! —En esa ocasión fue el el que dejó escapar un hondo suspiro—. Sí, una de las cosas que más me gustaron fueron las polcas.

—¡Y qué traje tan bonito el tuyo, Rose! —prosiguió Alice, llevándose una de sus manos de finos dedos a la cara, admirada—. Tuvo que costarte una fortuna.

—Todo es poco para mi Rose —dijo Edward, y le dio una palmadita a Bella en el brazo. Retiró la mano enseguida, advirtiendo lo afortunado que había sido. Por la mirada que recibió de ella, sospechó que podría haber sufrido una combustión espontánea con el más mínimo roce-Durante tres meses, hice un turno extra en la fábrica para poder pagar. el traje.

—¿En serio? —Alice apoyó los codos en la mesa y se inclinó hacia delante—. Eso sí que es amor verdadero.

—¿Lo es? —preguntó Jasper.

Edward lo miró con rostro inexpresivo. ¿Cómo demonios iba a saber lo que era el amor verdadero? Ni siquiera llegaba a gustarle la mujer que se suponía que era su esposa.

—Y tu madre, ¿qué llevaba?

Edward tardó unos segundos en advertir que Alice le estaba hablando y otros cuantos más en darse cuenta de que, con esa pregunta, lo había descolocado.

—¿Mi madre? —preguntó. Se dijo que era demasiado pronto para ser presa del pánico, pero le resultaba difícil hacer caso de su propia racionalidad. Intentó decir algo y lo primero que se le ocurrió fue el recuerdo de una conversación que había tenido con Jane, su secretaria, después de la boda de la hija de ésta, el verano anterior.

—Mi madre llevaba un traje de dos piezas de seda de shantung de la colección de primavera de Christian Dior. -Los segundos de absoluto silencio con que fue acogida aquella explicación le hicieron advertir que había metido la pata.

Pese a haberse dicho mil veces que no necesitaba ayuda de Bella para nada, la miró de forma suplicante. Ella calló durante unos instantes que le parecieron una eternidad. De hecho, si Edward hubiese tenido que poner palabras a la mirada que ella le había dedicado, éstas habrían sido, «tú te has metido en este lío, sal tú sólo de él». Estaba a punto de decir algo para enmendar su error cuando ella se apiadó de él. Le dio un bofetón cariñoso y dijo:

—Oh, Em, eres tan bromista... Sabes de sobra qué llevaba tu madre en nuestra boda. Tenemos un montón de fotos. Era un traje que compró en las galerías Meadville, un vestido camisero con el cuello de encaje.

—¡Sí, claro! —rió el esperando que su alegría pareciese auténtica—. El vestido camisero, con encaje en el cuello. Era de color...

—Azul —intervino Bella.

—Rosa —dijo el al mismo tiempo.

—Entonces —dijo Alice—, ¿era azul o era rosa? Esos dos colores son difíciles de combinar.

—Azul —dijo el.

—¡Rosa!—gritó ella a la vez.

—En realidad, era una especie de color uva. ¿No crees, cariño? —Con la mirada, Edward desafió a Bella a que le llevase la contraria para que se produjeran más contradicciones.

—Sí, era color uva —asintió Bella, con una sonrisa

—Bueno, apuesto a que estaba de lo más elegante —dijo su vecina, entusiasmada—, Y estoy segura de que tu madre también lo estaba, Rose. Es tan guapa como tú. Tienes sus mismos ojos.

—¿De veras? —Al menos, Bella tuvo la sensatez de fingir asombro ante el comentario de que guardaba cierto parecido con aquella mujer de cabello blanco—. Sí, es cierto —añadió tras recuperar la compostura—. Es cierto, mucha gente me ha dicho que tengo los ojos de mi madre y la sonrisa de mi padre. Fue una de las primeras cosas que me dijiste —prosiguió, mirando a Edward—. ¿Te acuerdas, Em? Dijiste que tenía los ojos de mamá y la sonrisa de papá.

—Pues claro. —Edward sonrió unos segundos esperando que cambiaran de tema
Pero el tendría que haber supuesto que Alice no estaba dispuesta a finalizar la cena. La vecina miraba con atención las fotos que había en la sala.

—¡Qué niñita tan linda! —exclamó de repente—. Espera, no me digas quién es. Déjame que lo adivine. —Entrecerró los ojos y se mordió el labio inferior, pensativa—. Debe de ser de tu familia, Emmett. Se parece a ti.

Edward no pudo evitarlo. Tuvo que volverse y mirar la foto. Aquella niña de cabellos rizados, ¿se parecía a él? Elpensaba que no, pero si Alice lo creía, tanto mejor.

—Es...

—Angela —le interrumpió Bella, temerosa de que lo hubiese olvidado.

—Sí, Angela, la hija de mi hermano, mi hermano...

—Ben —añadió Bella rapidamente.

—La adoramos —dijo Edward, mirandola de soslayo. Había dicho las palabras precisas para que Bella comprendiera que, en esa ocasión, no necesitaba ayuda—. ¿Te acuerdas del día en que la llevamos al parque de atracciones? —Retó a la mujer a su lado para que demostrara presunción y superioridad. Retó a Bella para que interviniese en un recuerdo que acababa de inventar—. Esa pilluela, le gustan tanto las montañas rusas...

—Sí, y las manzanas acarameladas. —Al parecer, Bella distinguía un buen desafío cuando se le presentaba. Con los ojos tintados de ensoñación, se reclinó en la silla—. Se comió dos después de cenar, y eso que le dijimos que le dolería la barriguita.

—Y le dolió —dijo Edward, con una carcajada.

Casi podía ver a la niña de cabello rizado caminando entre ellos, aferrada a Bella con una mano y a él con la otra. Casi podía oír su voz pidiendo otra manzana y casi se oía a sí mismo cediendo a la petición, demasiado encantado con esos rizos y esa angelical sonrisa como para seguir el sabio consejo de Bella de que con una manzana era suficiente. Casi la veía gemir de dolor, con la mano en el estómago mientras volvían a casa hasta que se durmió en el coche, con la cabeza apoyada en el regazo de Bella. Imaginó que llegaban a casa y que la llevaba en brazos hasta la cama, del mismo modo que imaginó a Bella inclinarse sobre la almohada para darle un beso en la mejilla. También imaginó que una vez acostaron a Angela, habían ido a su dormitorio y...

Apartó aquella fantasía de su mente antes de llegar demasiado lejos. Mientras fue presa de ella, había ocurrido algo que le había pasado por alto: Alice y Bella se habían levantado de sus asientos y se habían puesto a recoger la cocina.

Despues de haber limpiado la mesa y de dejar todo en la cocina Alice abrazó a Bella y luego a Edward. Jasperse despidió rápidamente, en cuanto cerraron la puerta tras de si Edward suspiró aliviado y se dirigió al sofá.

—Oh, no. No te sientes. —El comentario de Bella lo pilló desprevenido—. Tenemos que limpiar.

—Pero.... —Edward echó un vistazo a los platos apilados en la cocina y se deprimió—. ¿No podemos pedirle a la asistenta que lo haga?

—La asistenta se ha tomado la noche libre. —Bella agarró una fuente con cada mano y se dirigió a lavarlos—. ¿Quieres fregar o secar?

—No quiero hacer ni una cosa ni la otra.

—Seguro que no lo has hecho en tu vida. —Bella terminó de vaciar las fuentes con comida, llenó el fregadero de agua y le echó lavavajillas—. Será mejor que seques —le dijo, tirándole un paño de algodón—. Es tan buena manera de empezar como otra cualquiera.

No le resultó más confortable trabajar con Bella limpiando la cocina que haber estado sentado a su lado durante la cena pero, cuando media hora más tarde terminaron, Edward se sintió algo más relajado y menos inclinado a pensar que Bella le arrancaría la cabeza si intentaba entablar una conversación

Nos ha salido bastante bien la noche —dijo. Secó las últimas sartenes y se las tendió a Bella, que se arrodilló para meterlas en un armario—. Quiero decir que casi metimos la pata pero...

—¿Metimos? —Lo miró por encima del hombro con una chispa de humor en los ojos y, aunque el no soportaba tener que admitirlo, una sonrisa era probablemente más de lo que merecía—. No fui yo la que hizo ese estúpido comentario sobre la colección de primavera de Dior.

—Bueno, yo... — se encogió de hombros. Era lo mejor que podía hacer ya que no se le ocurría excusa alguna.

—Nos ha salido bien, ¿no? —Bella se puso en pie. Con un gesto, le pidió el paño y cuando él se lo lanzó, terminó de secar las encimeras—. En realidad, formamos un buen equipo.

—Lo de Angela y las manzanas fue divertido —rió Edward—. Llegué a preguntarme si era verdad que la habíamos llevado al parque de atracciones y había comido un par de manzanas.

—Improvisación. —ella dobló el paño y lo dejó junto al fregadero—. Es ciertas ocasiones, una buena agente del FBI tiene que saber cuándo batear.

—Eres una buena bateadora.

—Gracias. —Bella esbozó una sonrisa que enseguida se borró de sus labios—. Tú también.

Como ya no quedaba nada que decir, el apagó la luz de la cocina y contempló a Bella dirigiéndose a la sala. Su camiseta del unicornio era un punto brillante en la oscuridad. Se detuvo y apagó las luces de la sala, encendió la lámpara que había al pie de la escalera y luego se apartó para que el subiese primero.

—Sube —le dijo él—. Yo no estoy cansado. Creo que veré un rato la tele o algo así.

—No creo. —Bella miró hacia el armario de los abrigos que estaba junto a la puerta principal y donde se hallaba escondido el sistema de alarma—. Prefiero asegurarme de que la alarma está activada y de que todo está bien cerrado.

—Será mejor que te asegures de que estoy acostado en mi cama y no aquí abajo haciendo algo prohibido, como por ejemplo mandar mensajes a Nueva York con una paloma mensajera….Bien —masculló, antes de subir las escaleras.

Bella y él podían formar un buen equipo, ser lo bastante convincentes para engañar a los vecinos y lo suficientemente compatibles como para limpiar la cocina deprisa y de manera eficiente, pero nada de todo eso cambiaba las características esenciales de la situación.

Edward seguía siendo un prisionero y, antes incluso de llegar a su dormitorio y cerrar la puerta, decidió que había llegado el momento de hacer algo al respecto


**************
Besos a todas aquellas que les gusto esta serie...les recuerdo que esta basada en la historia de Conie Lane...y la verdad es que me demore pero ya esta
Lamento que esto sea cortito y fome, pero el proximo!!!!
UUUUUU
Afirmense!!!
Besos grandes
LAS QUIERO y mil gracias por comentar ( a las que lo hagan)
*NENY W CULLEN*

9 comentarios:

Beth dijo...

Realmente no ha sido tan cortito, pero ha sabido a poco después de tanto tiempo.eché mucho de menos esta historia y cuando he visto que habías publicado de nuevo.... es genial.

Diosa de la luna dijo...

ia staba sperando ste kpi
me tenias en suspenso
i kon eso d ke los publikras los viernes
OMG!!!
jajaja
toi lokita
zin more time
zorri
besos d sangre
muak!!!

Anónimo dijo...

gracias por continuar con la historia, ha estado bien el capitulo, la cosa se va a empazar a poner calentita, jajaja
besos

Anónimo dijo...

Hola Neny! Me ha gustado, aunque como has dicho a sido cortito, pero no pasa nada.
Me alegra que vulevas a escribir esta historia, me habia quedado con ganas de saber como seguia. Pero tranquila, no hay prisa ^^
Besos
Bárbara

loka cullen dijo...

uyyyyy gracias (LL) esto uele a lemon =)me encantaaaa

Anónimo dijo...

Sere el sexto??
:D
yo mas que feliz si te ayudo a que sigas escribiendo.

Sabes como me gusta verte sonreir cuando me cuentas que has subido un capitulo? Lo adoro...te ves demasiado feliz

Por cierto, mi niña, felicidades! me alegra que hayas ganado, mira que ese "FIC" me gusto bastante....

OYE! nos juntamos en el metro? jajajjajaj

Te quiero Muchisimo Pequeña Mia.
Nos vemos el domingo

LUCAS

Anónimo dijo...

Super! Me encanto! Segui asii! ERII!!=)

Anónimo dijo...

Super! Me encanto! Segui asii! ERII!!=)

Electrica Cullen Black dijo...

Feicidades por ganar con tu OS... y gracias por continuar esta historia. Fue la primera que lei de ti y aunque hace tiempo que no te la pedía(no tengo derecho cuando yo me demoro tantisimo últimamente) estaba deseando que la contiuaras.
Corta... nop. Saber a poco... siempre .Te quiero y comparto tu felicidad por actualizar... el día que yo lo hago me siento como si me huviesen premiado

Afilianos ^^

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