Nos Visitan

Las Incondicionales

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cap 7 Platica con Bella

Lo prometido es deuda...nuevo capi de Angel Mio...el cual me dejo :O plop! GENIALISIMO!!
Pero no adelantare nada :), leanlo, quedo buenisimo.
Fer, sorry por no responder, apenas si tengo tiempo pero ya este finde, me pongo las pilas ok?
Electrica, mil besos, te extraño
A todas, mil gracias por aquellas que votaron en el contest del aniversario de Lullaby y me dieron el 6º lugar de 26...de verdad mil gracias.
No las entretengo mas ya que el finde tendran mucho que leer, porque comienza el contest el sabado 2 de octubre estaran todos los OS que han llegado, si quieres participar aun hay tiempo :P
Mil besos...las quiero mucho

Cap. 7 “Platica con Bella”


Bella POV.

Me desperté de salto en la habitación del hospital recordando como carajos llegue ahí pero el sueño que tuve me taladraba el cerebro:

“¿acaso no te conozco?- me pregunto con una voz de terciopelo, seductora y como campanas, llevaba un traje azul petróleo casi tan azul como mi vestido, tenia el cabello revuelto y ojos de un verde intenso, una pequeña sonrisa de lado hizo que mi corazón dejara de latir.

-Bueno lo mismo te iba a preguntar- respondí, aun que la verdad jamás lo haya visto en toda mi vida algo en su rostro y en su voz hacían que me sintiera como si lo conociera de toda la vida, iba a dar un paso al frente para encáralo pero un fuerte dolor hizo que me despertara de golpe.

Quería recordar cómo había llegado ahí, pero el dolor de mi antebrazo era muy obvio y entonces todo se aclaro… Alice me había dicho que la boda seria en Forks y me había sobresaltado al escuchar ese pueblito ya que mi amigo de Italia estaría ahí, no… no podía ser más que una coincidencia pero aun así me asuste tirando los platos que tenía en las manos junto con los dos cuchillos que tenia encima de estos haciendo que al soltarlos uno de los cuchillos me dañara el brazo… unos golpecitos me sacaron de mis pensamientos…

-¿Puedo?...- me pregunto Alice del otro lado de la puerta…

-Pasa…- le dije sintiendo un leve calor recorriendo mis mejillas

-Bells…- me dijo casi en un grito corriendo a abrasarme, de lo cual me queje sin querer me había encajado mas el catéter… -Lo siento hermanita- yo rei y no pude evitar mirar al hombre que estaba detrás levemente reclinado sobre el marco de la puerta cruzado de brazos, no pude evitar asombrarme al ver los mismos rasgos que el chico de mi sueño… me encontraba pensando es ellos cuando la vocecita de Alice me volvió a la realidad.

-Y el es el Dr. Carlisle Cullen… Bella él es el que te atendió anoche- me dijo mi hermana y vi al joven Dr. caminando hacia mi cama.

-Buenos días Bella… ¿Cómo te sientes hoy?- me pregunto con una mano en mi frente y la otra checando mi pulso.

-Bien… de hecho bien…- le conteste sin más palabras, algo de él y no sabía que era hacia que me sintiera en plena confianza.

-Bien… me podrías decir cómo fue- señalo mi brazo con la cabeza. Bien ahora le iba a decir que me había puesto como una quinceañera hormonal al saber que conocería a un chico que había conocido por Internet.

-Bueno pasa que cuando Alice estaba hablando… bueno yo…- dios jamás había a prendido a mentir… -He visto una… araña de las que saltan y me he asustado he olvidado por completo que llevaba cuchillos y al caer me han cortado- le dije todo casi sin respirar… -Y bueno si no mal me equivoco Alice ya le habrá dicho que tengo cierta aversión hacia la sangre…- le dije mirando a Alice y ella bajo la cabeza, bien no me había equivocado.

-Si me lo ha dicho… entre muchas cosas mas- me dijo con una sonrisa de lado… mi corazón de sobre salto al recordar al chico de mi sueño.

-Bien… yo tengo que ir por… Rose está afuera y creo que…- se aclaro la garganta evidentemente estaba nerviosa pero ¿porqué? - Bella el Dr. tiene que decirte algo…- me dijo Alice clavando sus ojos en el suelo… y ahora que me iban a decir una breve explicación de cómo usar un cuchillo o algo así.

-Bien gracias Alice… en cuanto termine puedes entrar- le dijo a Alice quien lo miro con una chispa en sus ojos que no pude interpretar.

-Dr. esto no es para tanto, ha sido todo un accidente- le dije prácticamente con un gruñido.

-Bien yo… yo no quiero hablar sobre tu mano… yo quiero hablar sobre tus padres…- me dijo y yo abrí los ojos tanto como pude.

-¿Perdón… que ha dicho usted?... ¿Mis padres?...si esto es una broma es de muy mal gusto- le dije casi en un grito indignada, lo único que sabía era que mis padres era que probablemente haya fallecido, y lo único que conservaba de ellos era mi relicario.

-Bien te hare una pregunta como se la hice a Alice- ¿qué Alice ya lo sabía, había hablado con un completo extraño y por eso me había dejado aquí?

-Bien que quiere saber… yo no los conozco- dije con acido en la voz la verdad es todo lo que sabia y no quería saber más.

-Bien me crearías si te digo que ¿los conocí?- dude pero algo en sus ojos me decía que podía confiar en el… sin decir palabras asentí la cabeza y me dedico una mirada de cariño.

-Bien… yo… yo conocí a tus padre… más bien a tu madre… yo fui el que te trajo al mundo…- me dijo y yo abrí la boca de asombro le hice un suave murmullo con la voz y el prosiguió…

Carlisle POV.

Tenia que contarle toda la verdad a la hija de mi amigo no podría defraudarlo, tome una gran cantidad de aire y proseguí a contarle todo…

-Hace 24 años yo trabajaba en el hospital de Chicago… había obtenido una beca por parte de la universidad, ahí conocí a tu madre ella trabajaba de enfermera no era más grande que yo, de hecho éramos de la misma edad nos hicimos buenos amigos tiempo después me dijo que se casaría con un chico que conocía de años… mentiría si no te dijera que me rompió el corazón y podría decir que me llegue a enamorar de ella…- No le vi el caso mentirle, si quería que ella aceptara las cosas tenía que ser sincero con ella… escuche como la maquina conectada a su corazón se empezaba a disparar, pero me negué una risa ante eso.

neumonía que por alguna razón no había sido bien tratada… Charlie pasó a hablar con ella y decidieron que tú eras la que tenía que vivir… Charlie se sentía devastado así que la iniciamos a una cesárea todo iba bien pero por algún motivo su corazón se detuvo… hice todo cuanto estaba en mis manos pero no pude salvarla…- hice una pausa, pero me entristeció ver como salían las lagrimas de sus ojos… –Tu padre lo acepto y decidimos que entre mi esposa Elizabeth, tu padre y yo te cuidaríamos pero Charlie se empezó a alejar cada vez mas de nosotros mi hijo Edward ya había nacido y tu padre fue su padrino, Emmet jugaba mucho contigo… es normal que no lo recuerdes solo tenias meses de nacida, tu padre se ausento dejándote a nuestro cuidado, cuando regreso ya casi tenias un año reconocías a la perfección tu nombre y Emmet siempre jugaba contigo a pesar de tener solo 5 años, con Edward he de admitirlo nunca se llevaron bien, a pesar de tener la misma edad siempre encontraban la forma de molestarse el uno al otro… - no sé que era lo que pasaba… prácticamente científicamente no era posible que ella recordara todo eso, pero al ver su cara tomar un tono carmesí, decidí ayudarla un poco quitándole la maquina marca pasos ella lo agradeció con una mirada.>

y fue el viejo Salvatore el que le enseño así pasaron unos siete u ocho años desafortunadamente el viejo Salvatore falleció revelándole que su padre y el compartían algo en común su única hija le había negado la posibilidad de conocer a su nieta a quien dio en adopción… tu padre sintió el peso del mundo así que ese mismo año decidió ir a buscarte quizás si te habían adoptado el podría ir a investigar y solo quizás tu lo perdonarías… pero su ilusión fue destruida al darle un infarto el primero de dos que lo mando al hospital yo no me entere de su infarto el médico le dijo que se tendría que quedar sin viajar… pero tu padre era muy obstinado y no le hizo caso, viajo a Chicago dos años después para ver que podía a averiguar de ti pero otro infarto lo tendió en el hospital una vez mas y desafortunadamente no lo resistió… me pidió que te buscara que encontrara a su hija, me dijo que yo mismo me perdonara por no haber estado la noche que murió mi esposa y me pidió que no me siguiera culpando de la muerte de René… tu padre siempre fue muy bueno Bella y yo no me pude resistir a partir de ese día te busque pero no lograba hallarte… anoche cuando entraste por esa puerta con Alice me paralice y es que realmente te pareces demasiado a él… la noche en que el murió perdí algo más que un amigo o el padrino de mi hijo perdí a alguien que fue como un hermano para mi… Los documentos de toda tu herencia los tengo yo así que cuando estés lista te los daré>- le dije, rápidamente ella empezó a llorar…

Bella POV.

Los documentos de toda tu herencia los tengo yo así que cuando estés lista te los daré…- ¿Herencia? La verdad me valia un comino la herencia… Diablos las lagrimas salían de mis ojos sin poder detenerse no lo podía creer mi padre si me había querido, el me había venido a buscar, debí de haber tenido quince años cuando vino de nuevo a chicago y en esos años fue cuando Alice y yo nos fuimos del orfanato para que no nos separaran…

-Dr. ¿por qué?...- no fui más valiente para pronunciar mas palabras.

-El de verdad te quería y… bueno espero que aceptes mis disculpas al haberme tardado tanto tiempo en encontrarte- me dijo bajando la cabeza.

-No es eso ¿Por qué no me busco antes?...- qué diablos estaba diciendo pero la verdad es que todo el asunto no tenía ni pies ni cabeza.

-Él creyó que te habían adoptado, que serias una niña feliz pero al final creo que el sintió que no fue así, yo le prometí encontrarte, decirte toda la verdad, y pedirte que aceptaras lo que él te ofrecía, el soñó con hacer crecer el negocio del viñedo y así lo hizo para que cuando el te encontrara tuvieras un patrimonio…- me dijo con la voz llena de suplica.

-Y se lo agradezco, creo que ya sé que quiero hacer primero…- le dije y el levanto una ceja de incredulidad. –Quiero conocer la casa de mi padre en Forks- le dije si mi destino estaba en Forks entonces ahí tendría que ir no me importaba nada, el asintió con una sonrisa unas risas nos hicieron salir de nuestra charla.

-Claro que no… lo primero es la boda de Rose y luego…- empezó a decir Alice el Dr. salió de la habitación indicándome que luego vendría pero se detuvo en seco.

-Lo primero es… Carlisle ¿podemos llevarnos a Bella ya?- dijo Rosalie con cara de cachorro un habito adquirido de Alice el asintió y salió de la habitación.

-Porque me has dejado sola… y mas porque…- le empecé a decir a Alice pero ella me interrumpió.

-Porque a mí también me ha contado la historia y creí que sería más conveniente que tu y el halaran… después de todo el era amigo de tu padre- me dijo Alice con una mirada se perdón y entendimiento.

**********
Lo ame.. pobre Charlie :(..ke triste debe haber sido vivir aquello
Y? que les parecio? habran coments?
Besos
NENY

martes, 28 de septiembre de 2010

Epilogo

UUU, voy a llorar =( no puedo creer que se acabo. Chicas, bien rapido paso a dejarles el epilogo de esta adaptacion...gracias a quienes la leyeron y a quienes estuvieron con esta historia desde un principio.
El jueves subire un capi mas de Angel Mio (Fer ya recupero su memoria :P) y viernes en la madrugada subire los OS que concursaran...quienes aun quieran participar aun tienen el miercoles y jueves para mandalo a mi correo nenywrittercullen@hotmail.com
Espero les guste el final...hice unas pequeñas modificaciones pero valieron la pena
Besos...las quiero demasiado

Epilogo

-Isabella Por aca!! – los gritos y los flashes la tenían mareada. Pero la mano de Edward la tenia firmemente sujeta para que no sintiera que tenia que escapar - Por aquí. A la cámara!!- gritaba otro mientras los enfocaba con tremendas cámaras de videos y fotograficas

-Isabella…que se siente ser novia del playboy mas cotizado del país??- pregunto una voz femenina entre los reporteros que se agolpaban en la alfombra roja del lugar

-Simplemente se siente bien- respondió al aire ya que no sabia cual de todas las reporteras habia echo la pregunta. Oyo las risas de todos a su alrededor y rogo por que la caminata a la entrada del lugar fuera mas corta que la alfombra roja de la semana anterior

-Un beso, denos un beso- pidió uno de los fotógrafos. Bella se tenso rápidamente , no le gustaba que los hombres vieran como Edward la besaba. Porque normalmente perdia el control y muchos quedaban con la boca abierta.

Pero gracias a Dios Edward sabia su temor y solto su mano para atrapar su cintura con su fuerte brazo

-Chicos, chicos! No me espanten a Bella quieren?- le dio un suave beso en la mejilla y Bella no pudo evitar que su cuerpo se derritiera ante tanta ternura- Lo siento, el resto lo dejare a la imaginación, y lo reservare para la intimidad.

En toda la alfombra roja se oyeron bufidos de incrédulos que aun dudaban de la relación, suspiros de las mujeres presentes y risas de aquellos que alguna vez en los últimos meses habían logrado captar alguna imagen de ellos besándose, entendiendo el porque del ultimo comentario de Edward… “LA PAREJA MAS ARDIENTE DEL AÑO” los habían llamado y habían bautizado a Bella como la mujer que derritió el helado debido a sus expresiones de cariño para con Edward.

Bella se tenso al oir las risas, pero la mano de Edward se enterro con mas fuerza a la pequeña cintura de su novia. Ella se sentía como pez fuera del agua pero protegida por su pescador. Con un vestido de seda que marcaba cada una de sus curvas y con un escote que dejo baboso a Edward todo el camino a la Avant Premier de la película mas exitosa del año “AMANECER”.

Edward habia sido invitado por los ejecutivos, además de ser el inversionista mayoritario de la productora era el sueño de Bella ver aquella película junto con los actores, y para Edward cualquier deseo de Bella se tenia que cumplir.

-Bella, que hay de cierto que Edward te pidió matrimonio?- pregunto una de las reporteras mas chimosa de Los Angeles

Ambos echaron a reir y sin saber por que , ni de donde salió el deseo de mostrar su felicidad a las cámaras Bella mostro su mano a las cámaras

-Ves el anillo?- pregunto con una gran sonrisa en la cara

-No- respondió la chica que prácticamente desnudaba a Edward “Playboy” Cullen con la mirada

-Hay tienes tu respuesta- dijo Bella mientras tomaba a Edward de la mano y caminaba hasta la entrada del cine- Eso no significa que no sea mio ya- dijo a la mujer cuando paso por su lado echándole una mirada fría y precavida

Las risas de los fotógrafos no se hicieron esperar, adoraban a Bella, era divertida, honesta y definitivamente muy hermosa para ellos. Pero lo que mas les gustaba era que, como ex agente del FBI, tenia el carácter suficiente como para enfretarse a ellos…definitivamente la mujer perfecta para Edward Cullen

-No crees que ya saben que me tienes?- dijo Edward mientras le abria la puerta para entrar al recinto

-Siempre es bueno recordárselo a ella…y a un par de reporteras mas. Menos mal hoy no vinieron- dijo ella volviéndose para mirarlo de arriba abajo

-Ah si? Y por que es eso?- respondió el con su típica sonrisa ladina y con ese fuego en los ojos que derretían los de Bella

-Porque estas delicioso…y no quiero que te desnuden con la mirada- dijo ella acercándose a el con lentitud. Gracias a los tacos de 15 centimetros que Alice le habia pedido que usara no tuvo mucha necesidad de estirarse para darle un casto beso en los labios que la tenían tentada desde muy temprano en la mañana

-Pero si yo no quiero que me desnuden con la mirada- Bella levanto una ceja mostrando lo poco creible que sonaba aquella frase. Edward “playboy” Cullen mentia nuevamente- ok ok ok- dijo el al ver la cara de Bella- quizás si

-Edward Cullen!!- grito ella molesta, estuvo a punto de darse la vuelta y retirarse. Pero los brazos de Edward ya estaban envolviendo su cintura con fuerza pegándola al cuerpo de el. Al fuerte pecho que a ella tanto le gustaba acariciar en las noches. Y a su entrepierna que parecía nunca tenia descanso…en especial ahora.

-Pero solo me gusta que tu me desnudes con la mirada- dijo el cuando le dio un suave beso en el lóbulo de su oreja, con ese tono que la derretía por completo- y no solo con la mirada. Tambien me gusta que me desnudes con tus manos…con tu hermosa boca- decía mientras su nariz trazaba un camino por su cuello, subiendo por la mandibula y llegando suavemente a sus labios hablando sobre ellos- mmm y con tus dientes…Te he dicho como me encanta cuando me desnudas con tus dientes?

-Si no quieres que el jefe del FBI te llame y te amenace otra vez con hacerte desaparecer en pedacitos en alguna parte del mundo por que su hija salió en una fotografía comprometedora y demasiado candente deberas callarte Edward Cullen- la voz de Bella salió tan ronca y sexy que hasta ella se sorprendió de lo excitada que estaba

-Ok, me callare Isabella Cullen- dijo el soltándola suavemente

-Que?- pregunto ella sorprendida

-Que?- pregunto el de vuelta sorprendido de igual manera, como si de alguna forma su boca lo hubiese traicionado

-Que has dicho?

-Nada

-Edward…

-Damas y Caballeros la función comenzara en 5 minutos…los invitamos a buscar sus asientos y disfrutar de la película- se oyo por los parlantes

-Vamos- dijo el tirándola de la mano- Si quieres conocer a Robert Pattinson debe ser ahora después no habrá tiempo

-Pero Edward…tu dijiste

-Vamos vamos!

En cuanto saludaron a los protagonistas y tomaron asiento Bella se relajo. Conocer a Robert Pattinson y Kristen Stewart habia sido emocionante. Pero no lo habían sido tanto como oir su nombre con el apellido de el. Apenas si vio la película

Solo se le ocurria pensar que pasaría si Edward no lo pensaba como ella…Y si Edward no quería dar ese paso, y si a el le gustaba su soltería demasiado como para comprometerse. Y si sintiera que ella aun no era lo suficiente para el.

-Casate conmigo- susurro el en su oído en medio de la película. Le dio un beso en la mejilla y tomo su mano entre las suyas

-Que?- susurro ella de vuelta mirándolo sorprendida

-Isabella Swan…te gustaría convertirte en Isabella Cullen y vivir todas las aventuras posibles con este playboy codiciado por todas las mujeres del mundo? - dijo el sonriendo de oreja a oreja

-Mientras tu sepas controlar tus celos debido a que Isabella Cullen será mas deseada por los paparazzis- dijo ella respondiendo con la misma actitud de el.

-mmm …- el bajo la mirada pero su sonrisa no desaparecia

-Edward, no se te ocurra replantearte la pregunta- dijo ella casi con pánico, entre miedo y rabia. La risa de el no se oyo debido al sonido de la película pero ella si lo hizo y sintió tremendo alivio al ver que el bromeaba

-Isabella Swan, te casarias conmigo?- volvió a susurrarle en el oído mientras un su dedo anular sentía deslizar un anillo. En cuanto lo vio sonrio y lo beso suavemente .

-Salgamos ahora mismo a contarle a Lauren “la chismosa”

Seis meses después

Según los invitados que abarrotaron la iglesia, fue la boda más maravillosa del mundo.

La novia lucía un vestido con demasiadas cuentas, demasiado encaje y un escote demasiado pronunciado. Portaba un ramo de lirios blancos, rosas color salmón y unas largas cintas de satén blanco que le llegaban a la rodilla. Lucía unos guantes blancos, también de satén y cubrían su brazo por encima de los codos.

En un gesto que las damas más tradicionales no llegaron a comprender aunque sí a perdonar, prescindió del velo y de la diadema de perlas y optó por una sola rosa blanca en el pelo. Todo el mundo estuvo de acuerdo en que, si bien el efecto era menos espectacular, quedaba muy elegante, y al novio parecía gustarle.

El novio, como era de esperar, se le veía muy atractivo vestido con esmoquin. Tartamudeó a la hora de pronunciar las promesas y las manos le temblaron cuando colocó una sencilla alianza de oro en el dedo de la novia y ella hizo lo mismo con él. Su actitud sorprendió a muchos de los asistentes, pues habían supuesto que estaría tranquilo, calmado y sereno como en él era habitual; a la novia, por el contrario, le encantó. Su sonrisa se apreciaba desde la última fila de la iglesia.

Después de la ceremonia, la feliz pareja hizo una breve pausa en las escaleras de la iglesia a fin de posar para los fotógrafos. El novio pasó el brazo por la cintura de la novia y la miró a los ojos. Había tanto amor en esa mirada y en el beso que depositó en sus labios que la única dama de honor, Alice vestida de color púrpura, no pudo evitar agarrarse del brazo del padrino, su propio marido Jasper, superada por los emocionados sollozos.

En un gesto que intrigó a los periodistas y confundió al servicio de seguridad que había asistido a la boda con sus gafas oscuras, los novios decidieron ir a pie al banquete. Marcharon por la calle encabezando una comitiva formada por gente rica y poderosa, pero también por personas corrientes; cuando los coches tocaban la bocina, la multitud saludaba.

Cuando llegaron al salón, los novios se hicieron a un lado para dejar pasar primero a sus invitados.

Cuando Edward vio que el último de ellos desaparecía en el interior, tomó a Bella entre sus brazos y la atrajo hacia sí, rozando brevemente con la mirada sus pechos henchidos dentro del corpiño del vestido.

—¡Al fin solos! —gritó.

—Si crees que esto es estar solos. —Bella alzó los ojos y observó el helicóptero de la televisión suspendido sobre los tejados—. ¿Qué dices, Romeo? —Dedicó una sonrisa a su esposo que prometía todo el amor que se acababan de jurar en la iglesia hacía unos minutos—. ¿Quieres dar de qué hablar a los que hacen cola en las cajas de los supermercados?

—Pues claro que sí —sonrió el. Posó sus labios sobre los de su mujer, ésta le pasó los brazos por el cuello y, si al principio pensaron que el beso sólo iba a ser un espectáculo para las cámaras, enseguida se olvidaron de ellas, de la gente y del helicóptero.

—¿Quieres que entremos? —La sonrisa de Edward le rozó los labios. No parecía apetecerle mucho. Pese a las ganas de celebrar la boda con la familia y los amigos, se habría saltado el banquete y habría empezado en ese mismo instante la luna de miel. Había metido en la maleta el camisón blanco, y el Crepusculo los esperaba en Cannes. Bella anhelaba estar con Edward a bordo y tenerlo para ella sola.

Pero entonces recordó cuál era su deber.

—Sí —dijo. Se tomaron de la mano y él abrió la puerta. La música de Hank Markiewics y los Magos de la Polca los saludó mientras entraban en el salón y los invitados les ofrecieron una cálida bienvenida.

Las puertas de la bolera se cerraron a sus espaldas.

FIN


**********

y que les parecio??

Espero comentarios..nos leemos mañana!

Besos

Las quiero

NENY W CULLEN


lunes, 27 de septiembre de 2010

Capitulo 22 Intentarlo

Ok, rapidito, lo prometido es deuda, ultimo capi, el miercoles subo el epilogo. hace mas de una hora debi haberme ido a trabajar :S
Las quiero



Capitulo 22 Intentarlo

Siguio corriendo tras el, entre la muchedumbre que se habia formado buscando la manera de hablar con el. Pero cuando llegó a la puerta principal, había ya una nube de fotógrafos, periodistas y cámaras de televisión, haciendo que su “TE AMO” quedara atascado en su garganta

Sin duda, a los periodistas, les habría llegado la voz de que la policía estaba a punto de resolver un caso importante; ya tenían las cámaras en marcha y los micrófonos en la mano. Se detuvo antes de entrar en el radio de acción de las cámaras y vio que Edward se soltaba de uno de los agentes de seguridad. Se alisó la camisa. Se pasó una mano por el cabello, perfectamente esculpido, y en sus labios destelló una sonrisa que Bella reconoció, una sonrisa que hacía que su corazón se detuviese y se le helase la sangre.

Era su vieja sonrisa de Romeo. Ella se dijo que aquella sonrisa aparecería en tiempo récord en todas las portadas de las revistas sensacionalistas de los supermercados. Donde probablemente haría la fila para pagar y se quedaría mirando aquellos labios que alguna vez tuvo en su poder.

—Todo está controlado —dijo el, con la voz uniforme como una pista de hielo sin estrenar, tan calmado que a Bella le sorprendió no verlo alterado, como si nada hubiese pasado. Miró a su alrededor. Pese a la multitud, la lluvia y el haber escapado de las garras de un asesino hacía pocos minutos, era evidente que no había perdido ni un ápice de su aplomo—. Gracias al diligente trabajo del FBI y la policía local, todo se ha solucionado. Nunca podré agradecérselo como merecen. Y, por ahora, no puedo hacer ningún otro comentario.

Una limusina negra aparcó ante la casa y sus agentes de seguridad lo escoltaron hasta ella.

Le abrieron la puerta trasera pero, antes de montar, Edward se volteo y miró a su alrededor.

¿Buscaba a Bella? ¿acaso la buscaba a ella?

Bella estaba de puntillas detrás del ejército de periodistas y cámaras y policías que abarrotaban la escalera principal. Era imposible saber si el podía verla en medio de aquel caos.

Y vio su sonrisa.

La sonrisa de Edward iluminó la tarde lluviosa y Bella sintió que otra sonrisa se formaba en sus propios labios. Entonces vio la cámara, la cámara a la que Edward “playboy” Cullen había dedicado la sonrisa.

Ella retrocedió y se alejó de la puerta. Lo había olvidado. Después de un verano fingiendo que era otra persona, y una noche en la que creyó que podía serlo de verdad, Bella había olvidado quién y qué era Edward Cullen.

Las cámaras habían destellado y los periodistas lo habían acosado con preguntas y, durante todo ese tiempo, el se había comportado como si hubiese nacido para representar el papel de protagonista en aquel drama. Era el empresario, el Playboy engreído de siempre.

Cuando los de seguridad lo tuvieron ya dentro de la limusina y se marcharon, Bella advirtió que tenía ganas de vomitar.

Y en esa ocasión no era por culpa de las palomitas.

***************

Tras el juicio, una vez emitido el veredicto, Bella esperó una hora en los juzgados. Felicitó al fiscal y habló con su padre y los policías de Nueva York que habían testificado. Se demoró recogiendo su impermeable y su portafolios, porque suponía que si se quedaba más tiempo, los cámaras y los periodistas se marcharían y se acabaría todo el lío.

Estaba en lo cierto.

Cuando salió a la incipiente luz crepuscular y sintió el viento frío de diciembre golpeando contra el impermeable en sus rodillas, las escaleras del edificio del juzgado estaban vacías.

El aire helado se coló por el cuello de su impermeable y se estremeció. Pese al frío y a un cielo que presagiaba la nevada que habían anunciado los del servicio meteorológico, decidió volver a casa caminando. Sabía que era patético, al estilo de los melodramas románticos, pero patético era el adjetivo que mejor calificaba su estado de ánimo.

—Felicidades- Con un sobresalto, el sonido de la voz de Edward la sacó de aquellos lóbregos pensamientos. Se volvió y lo vio en la acera, con las manos en los bolsillos de su abrigo negro de lana de Cachemira. —Has ganado el caso. Felicidades.

—Sin ti, no lo habríamos conseguido. —dijo ella forzando una sonrisa. Estaba en lo cierto y era lo mínimo que podía decirle—. Tu testimonio fue definitivo. Tenías todos los datos y todas las cifras.

—Sí, porque tengo unos excelentes empleados. Son ellos los que se encargan de esas cosas. —Edward esbozó una sonrisa que se difuminó al poco de haberse formado—. Así que... —Cambió el peso del cuerpo al otro pie y miró hacia la brillante limusina que lo esperaba calle abajo.

—Así que... —rápidamente Bella pasó el portafolios de la mano derecha a la izquierda—. Felicidades a ti también por lo de Jacob Black. —Sus ojos se posaron en la foto de uno de los periódicos del quiosco junto al que se encontraban. En ella aparecía el escritor en Oslo, recogiendo el Premio Nobel de la Paz.

Edward se encogió de hombros, como si haber salvado la vida de un hombre que se estaba convirtiendo en un referente cultural y un símbolo de la libertad de expresión, no tuviese ninguna importancia.

—Tú y yo no hemos hablado —dijo el. Desde que se habían visto en la casa de Long Island el día que se presentó el asesino Vulturi no habían intercambiado una palabra—. Me has estado evitando.

—He estado muy ocupada —dijo ella mirando más allá de Edward, hacia la limusina que lo esperaba.

—Me has estado evitando.

—Mira... —Bella respiró con fuerza y soltó el aire despacio, dejando que se condensase a su alrededor formando una pequeña nube. No quería que todo el mundo conociese, allí, en una acera de Manhattan, cuáles habían sido sus debilidades, pero sabía que si no lo hacía, probablemente no tuviese otra oportunidad. Si no conseguía decir aquellas palabras, la acosarían el resto de su vida. Y con toda probabilidad no podría decírselas a Edward nunca más—. Sí, te he estado evitando. —Se mordió el labio inferior para recuperar la compostura—. Te agradezco las flores. —Recordó las docenas de rosas que habían llegado en los días que siguieron al incidente de la casa de Long Island—. Y agradezco que me hayas llamado... no sé cuántas veces, porque finalmente desconecté el contestador.

—Muchas veces.

—Muchas veces. —Repetir esas palabras no le hizo sentir mejor—. No hablé contigo porque... porque no podía. No... —Se volvió y miró a su alrededor como si buscase las palabras en el gris paisaje de las calles y los rascacielos. Luego volvió a mirarlo y le dijo—: Tú mismo lo dijiste, Edward. Dijiste que sentías lo que había ocurrido en Forks.

Edward la miró pasmado, intentando recordar de qué demonios hablaba. En el momento en que lo comprendió, se acercó a ella tendiéndole la mano, aunque se detuvo justo antes de tocar la manga de su impermeable y ella se alegró de que lo hiciese. No necesitaba el calor de su mano para recordar el frío que sentía.

—Dije que lo sentía y tú pensaste... —Edward sacudió la cabeza—. Lo que quería decir era que sentía mucho que casi te hubiesen matado por mi culpa.

Qué propio de él. Siempre buscando protagonismo.

—No, fue a ti a quien casi mataron por mi culpa.

Edward sacó la mano del bolsillo del abrigo y se rascó la barbilla.

—No —dijo—. Por mi culpa casi me mataron y casi te mataron a ti. Fue culpa mía. Y por eso dije que lo sentía. ¿Podrás perdonarme alguna vez por eso?

—¿Perdonarte? ¿A ti? —Tenía que estar bromeando. Incluso en el momento en que su relación profesional tocaba a su fin y había desaparecido lo poco que quedaba de su relación personal, Edward seguía comportandose como un insensato—. ¿Por qué tendría que perdonarte? Fui yo quien perdió el control de la situación. Incluso perdí el control de mí misma, maldita sea.

—Me gustas cuando pierdes el control.

Edward le dedicó una media sonrisa y el corazón de Bella volvió a brincar entre sus costillas. Tenía que interrumpirlo y echarse a correr antes de que se convenciera de que en el brillo de sus ojos había algo más que el usual carisma típico de Romeo.

—No actué de modo profesional —dijo ella y él no la contradijo. No podía—. Te puse en peligro. Me alegro de que todo haya terminado bien y estés sano y salvo. Ahora puedes volver a tu mundo y yo...

—¿Volverás a dormir al lado de las cenizas de la chimenea? —el soltó una carcajada, pero aunque parecía que iba a decir algo más, consultó su reloj y miró hacia la limusina—. Mira, ahora tengo que irme. He prometido hacerle una visita a la esposa de Seth y no quiero llegar tarde.

—Dios mío —gimió Bella. Menudo final para su relación. Tenían que hablar de otras cosas, cosas más importantes que el hecho de que su corazón se hubiese roto en mil pedazos—. Qué desconsiderada he sido. Sé todo lo que has hecho por los niños, he oído que les has preparado un fideicomiso y...

—Es lo mínimo que puedo hacer por ellos —Edward la interrumpió con un gesto de la mano—. Seth era un buen amigo y estoy en deuda con él. —Se detuvo y se aclaró la garganta—. Estoy invitado al estreno de una película y he pensado que...

—No. —Era inútil que se engañara a sí misma. Ella no quería películas con el. No deseaba luces ni cámaras, aunque tenía que admitir que sí deseaba acción. No ansiaba oropeles y glamour. Quería compartir su vida con Edward, no compartir un titular. Quería sus mañanas, sus tardes y sus noches. Quería abrir con él los regalos de Navidad y llorar en las bodas de sus hijos y envejecer recordando cómo habían pasado juntos un verano extraordinario—. Tengo que irme.

Bella se volvió y echó a andar. El la contempló durante lo que le pareció un interminable lapso de tiempo. Contempló el familiar contoneo de sus caderas y la actitud confiada con que se movía y, en lugar de ver a la excelente profesional que le había salvado la vida, vio una mujer y un futuro.

Y en aquel momento, los dos parecían alejarse de aquel futuro.

Rapidamente, pero no lo suficientemente veloz, Edward salió del trance que lo mantenía inmóvil y corrió tras ella. Mientras Bella se detuvo en un semáforo y él acortó distancias. Casi la había alcanzado cuando le llamó la atención algo tirado en la acera y, sonriendo, se detuvo a recogerlo.

Ella esperó que cambiase el semáforo del cruce siguiente y parpadeó para librarse de una lágrima. Ella se negaba a volverse y ver cómo la limusina desaparecía con el adentro. Sabía que era un acto cobarde, pero no podía hacerlo. Aunque sabía que se habían despedido para siempre, si se volvía y lo veía marchar, la despedida se haría oficial.

El semáforo cambió y cuando se disponía a cruzar, alguien le tocó el hombro.

Bella se volvió asombrada y vio a Edward detrás de ella. Sostenía en la mano un envoltorio de chicle color rosa.

—Mira lo que acabo de encontrar. Es nuestro amuleto de la suerte del bingo, ¿recuerdas?

Bella miró el envoltorio y luego vio el pequeño centelleo de esperanza que brillaba en sus ojos y, en sus labios, floreció una sonrisa.

—¿Y qué sabes tú de los amuletos de la suerte? —le preguntó.

—Pues no sé nada, pero cuando aparece un presagio sé distinguirlo, y cuando vi éste, supe que era un buen augurio. Te diré una cosa, ¿por qué no dejamos eso del estreno de la película y salimos juntos, agente especial Swan? Nada de cine, una salida de verdad.

Era tentador, pero también lo era no dejarse llevar por la insensatez. La sonrisa de Bella se desvaneció y sacudió la cabeza.

—¿Para qué? Tú eres tú y yo soy yo...

—Y apenas nos conocemos. Bueno, un poco. Sí, pasamos juntos el verano. —La lógica del argumento de Edward se disolvió y se encogió de hombros. Recuperó su legendario aplomo al instante y afrontó el problema desde una nueva perspectiva—. Pero no éramos nosotros. Esos eran Emmett y Rosalie. Demosle una oportunidad a Edward y Bella a ver qué pasa...- el esperaba con los ojos bien abiertos para encontrar un poco de debilidad en ella y esperanza en el.

Ella miro el suelo por un segundo y respiro profundo. Luego lo volvió a mirar y sonrio levemente

—Sólo una oportunidad, ¿de acuerdo? —Parecía un trato seguro.

—Una. —Edward no espero que dijiera nada mas, no le daría la oportunidad de echarse para atrás. Sin mas, la tomó por la cintura y la volvió en dirección a la limusina—. Tengo que pasar un momento por casa de Allison Clearwather, pero ¿qué te parecería si después fuéramos a jugar a los bolos?

-Bolos?- pregunto Bella de manera divertida- Estas seguro?

-Claro, quiero un nuevo trofeo como el peor jugador…además, creo que extraño a nuestros vecinos- respondió el mientras le abria la puerta de la limusina con una sonrisa radiante. Ella estuvo a punto de subir al auto pero se detuvo frente a el. Edward se tenso al imaginar que Bella se estaba arrepintiendo- Bella…no..

-Creo que los bolos estarían muy bien Edward- lo interrumpió ella poniendo su mano sobre la de el en la puerta y sonriendo suavemente. Esa sonrisa que a el lo calentaba de mil maneras diferentes- Siempre y cuando nuestra cita a la bolera termine como la anterior- Edward la miro encantado a los ojos y corto la distancia entre ellos con un beso que quemaría todas las calorías que Bella habia consumido en las ultimas semanas.

-Creeme Bells, será mejor que la anterior- dijo Edward con su sonrisa ladina y sus ojos en llamas- esta vez no habrá un asesino a sueldo que nos saque de la cama

-Deberia tener miedo de eso, Sr. Edward “Corazon de Romeo” Cullen?- Bella estaba eufórica por dentro y necesitaba demostrarlo

-Deberia, agente especial Swan- respondió el, con voz ronca, acorralándola contra el auto- Deberias. Ahora entra al auto antes que te haga mia aquí mismo

************
Y ke dicen?? Les gusto??
Besos
Neny W Cullen


viernes, 24 de septiembre de 2010

Capitulo 21 Protegiendo al Amor

Ok, chicas, esto de a poco se va acabando...y me da penita decirlo pero no kiero que se acabe...ajajaja si despues de casi un año ya le tome cariño a esta adaptacion =) pero no se preocupen que Titi Cullen pretende hacer una secuela de esta historia (de la original)... a su manera, si quieren saber como es busquenla en FF.net, busquen el fic Protegiendo a un Playboy.
Este finde sera importante para algunas que leyeron Iniciando una Videollamada, ya que habran al meno tres capis mas. No se si lo seguire, pero al menos esto es lo que salio desde que Bella y Edward hablaron por tercera vez.
Con respecto a Angel Mio probablemente habra capi la prox semana...al menos eso esperamos.
Espero les guste este capi, a mi opinion es la mejor...ojala fuera tan valiente con Bella.
Y sin mas demoras.... LAS QUIEROOOO
NENY W CULLEN


Capitulo 21 Protegiendo al amor

Cuando Bella llegó a la casa de Edward en Long Island, llovía con fuerza. La puerta delantera estaba protegida por un voladizo que se sostenía en unas gigantescas columnas de piedra, pero el viento soplaba y barría la lluvia hacia el interior.

Se encogió dentro de la chaqueta y volvió la espalda a la magnífica extensión de césped y a la espectacular vista del océano. Pisó fuerte para ahuyentar el frío y la humedad que le calaban los huesos; un frío y una humedad que no tenían nada que ver con la temperatura y sí con el hecho de que no le gustaba ni un ápice lo que estaba ocurriendo.

No le gustaba que, pese a haber telefoneado varias veces desde el coche, Edward no hubiese respondido a la llamada. No le gustaba que cuando había llamado a Charlie, éste le dijese que tampoco había podido ponerse en contacto con nadie de la casa. No le había gustado que, al entrar en la impresionante carretera de acceso, la caseta del portero estuviese vacía y la verja de hierro abierta. No le gustaba no ver por ningún sitio a los policías que supuestamente Charlie le había dicho que estaban de guardia, ni que los agentes del FBI que se suponía que estaban en las proximidades no le hubiesen dado el alto, habiendo alcanzado así a la puerta principal sin que nadie lo notara ni se lo impidiese.

Pensó en llamar al timbre y decidió que, probablemente, no era lo más sensato. Si había ocurrido algo...

Bella recordó la debacle de Forks, cuando oyó los disparos y vio a Edward caer junto a la cama. Pensó en el pánico que la invadió mientras no supo si estaba vivo o muerto y sintió un escalofrío. Se obligó a serenarse. No podía permitirse el lujo de que los sentimientos personales se entrometiesen en su trabajo. Y ahora menos que nunca, sobre todo porque, después de montones de helados, kilos de palomitas y más canciones tristes de las que creía que se habían escrito, todavía no estaba segura de sus sentimientos personales.

En lugar de llamar al timbre, se secó las manos mojadas en los vaqueros, aún más mojados, e hizo girar el pomo de la puerta, que se abrió sin problemas.

—Causa probable —se recordó en un susurro—. Para registrar una casa sin orden judicial se necesita una causa probable. Uno no puede entrar así como así. —Pero enseguida se ordenó callar. Llegado el momento, ya daría con una causa probable; justo después de que supiera cuáles eran sus sentimientos personales.

Avanzando despacio y en silencio, entró en el vestíbulo principal e hizo una pausa para apartarse el cabello mojado de la cara. Cualquier multimillonario que se preciase, debería tener un sistema de alarma que le anunciase su llegada antes de poder avanzar hasta el interior de la mansión. El que Edward no lo tuviera o no funcionase sólo despertó más recelos. Sacó la pistola del bolso y se adentró en la casa.

Aquel lugar le otorgaba un nuevo significado a las palabras «alto standing», con unas habitaciones tan grandes como todo su apartamento, ventanas de vitrales de colores, suelos de mármol pulido y vistas panorámicas que ocupaban toda una pared. Vio una biblioteca, un salón para celebraciones, una sala de música y un comedor con los servicios de plata. Todo ello la dejó sin aliento, pero no vio a Edward en ningún lado, de hecho no vio a nadie.

De regreso a la entrada, Bella observó la gran escalera de caracol que se alzaba desde el vestíbulo. Si tenía que hacerlo registraría todas las habitaciones del piso de arriba, una por una. Ya estaba en el primer escalón cuando le pareció oír la voz de Edward.

Antes de dar un paso mas hizo una pausa y escuchó. Era Edward, estaba claro, era su voz y el sonido procedía de alguna habitación que todavía no había registrado.

El alivio dio paso a la cautela. Aunque estuvo tentada de echar a correr hacia la voz, se contuvo. Avanzó con cuidado a lo largo del pasillo lleno de cuadros y, con la espalda contra la pared y la pistola agarrada con las dos manos, se detuvo ante una puerta entornada y escuchó.

—¿Has llamado a casa de Seth esta tarde? Me parece increíble que no haya llamado a Alisson para darle algún mensaje.

La voz de Edward sonaba bien. Perfectamente bien. Perfectamente normal que a Bella se le escapo un suspiro de alivio. Por lo poco que veía a través de la puerta entornada, parecía la oficina privada de Edward en su propia casa. Las paredes estaban cubiertas por estanterías plagadas de libros y un escritorio enterrado en papeles ocupaba el extremo de la estancia. Jane estaba con él, sentada en una silla frente al escritorio, bolígrafo en mano y con un cuaderno para tomar notas sobre las rodillas. Bella entró en la estancia.

Edward se preguntó si no habría estado perdiendo el tiempo durante todos esos años. Tenía que haber abandonado su carrera de hombre de negocios y haberse hecho mago. Estaba pensando en Bella y, de repente, apareció ante él. Entrecerró los ojos y contempló la visión que había interrumpido la carta que estaba dictando.

Había pensado en ella muchas veces durante las últimas semanas, por supuesto, pero nunca había aparecido. Ese pensamiento se entrometió en aquel breve momento de felicidad evidenciando la lógica que comportaba: si había pensado en ella muchas veces y no había aparecido, en aquella ocasión tampoco debía de ser cierto. No era real, estaba alucinando. Bella era un producto de su imaginación, pero cuando imaginaba a la mujer la veía tal como la había visto la última noche que habían estado en Forks, desnuda y anhelante. Pensó en el sedoso tacto de su piel debajo de su cuerpo y en su calor cuando lo abrazaba. Pensó en su cabello bañado de plata por la luz de la luna y en su piel brillando de pasión.

No pensó en ella con una chaqueta azul marino tan empapada de lluvia y pegada a su cuerpo. Ni en el cabello alborotado y mojado sobre la cara. No la imaginó en vaqueros y zapatillas deportivas mojadas que dejaban un charco en su parqué de primera calidad.

—¿Isabella? —Edward se puso en pie de un salto y sacudió la cabeza para ahuyentar sus fantasías. No era una ilusión, era real, y su sorpresa se disolvió en alivio. Y su alivio se convirtió en una sonrisa. La había llamado tantas veces y ella nunca le había contestado... Y en esos momentos, allí estaba. La sonrisa de Edward se difuminó. Las mujeres no solían ir de visita con una pistola en la mano. —¿Qué estás haciendo aquí? —Miró más allá de Bella y vio el pasillo vacío—. ¿Cómo has llegado hasta aquí? —preguntó—. No he oído el timbre. Nadie ha anunciado tu llegada.

—Ése es el problema, ¿verdad? —Bella se adentró más en la habitación, mirando a su alrededor mientras lo hacía. Al parecer, lo que vio o lo que no vio le gustó porque guardó la pistola en el bolso que llevaba colgado del hombro—. Tenemos que hablar.

¿Acaso había venido a hablar?

Edward sintió el sabor de la decepción en su boca. Todo ese tiempo había soñado con Bella, había pensado en ella y había hecho secretos tratos con Dios y con el diablo y con todo el que había accedido a escucharlo. Estaba dispuesto a dar todo lo que tenía por acostarse con ella otra vez. ¿Y ella venía a hablar?

Demostrar sus emociones y que sus empleados fuesen testigos de las mismas nunca había sido su estilo. Si Jane no hubiese estado presente, tal vez habría caído en la tentación de cruzar corriendo la sala y tomarla en sus brazos y besarla hasta convencerla de que hablar era lo último que tenían que hacer. Pero su secretaria estaba allí y Bella no parecía tener ganas de que la besara.

—Tenemos que hablar —repitió, con los ojos tan cortantes como su voz. Lanzó una mirada a Jane antes de volverse hacia el—. En privado.

—Esto es un recinto privado. —Edward no estaba dispuesto a dejarse llevar ni por sus emociones ni por la mujer que tenia en frente. Se compuso los puños de su camisa azul celeste, se alisó una arruga de los pantalones y pasó al otro lado del escritorio;—. Supongo que has venido por asuntos de trabajo. —La miró a los ojos pero no le dio tiempo para que respondiera. No quería oír esas palabras en voz alta. Claro que estaba allí por asuntos de trabajo. ¿Para qué otra cosa habría ido a verlo?—. Todo lo que tengas que decir, puedes decirlo delante de Jane.

—De acuerdo. —Bella respiró hondo—. Es acerca de Seth. Lo han encontrado. Lamento mucho... —Apartó la mirada y la voz le falló. Se recobró en un par de segundos y prosiguió—: Lamento mucho comunicarte que está muerto.

Edward entendió que llevaba tiempo esperando esa noticia porque no le sorprendió. Ni lo enojó. Lo único que sintió fue un fuerte dolor que le desgarró por dentro como un cuchillo. Era sólo la punta del iceberg de un dolor que llevaba tiempo sufriendo en silencio. Eso también lo sabía y, de momento, lo dejó de lado hasta poder afrontarlo a solas. Había otras cosas de las que preocuparse antes de centrarse en sí mismo: la esposa de Seth, sus hijos, su reputación.

—Así que yo tenía razón desde el principio. Sabía que Seth nunca me traicionaría. —Edward estaba tan aliviado que casi se sintió culpable. Ninguna de las dos emociones tuvo tiempo de arraigar. Se le ocurrió otra idea y el corazón saltó dentro de su pecho—. Entonces, si no fue el, fue otra persona. ¿Quién...?

Bella asintió y Edward comprendió qué quería dar a entender. Si lo había traicionado otra persona, el peligro podía estar más cerca de lo que ambos imaginaban. Supo que tenía que hacer algo y se dirigió al teléfono.

—Yo no me movería tan deprisa, señor C. —Jane le impidió el paso. Captó la maldad en la voz de su secretaria antes incluso de mirarla. Mientras Bella y él habían estado hablando, su secretaria se había acercado a la espalda de Bella y ahora le apuntaba a la cabeza con una pistola.

Edward miró a su secretaria, su piel suave y arrugada, su cabello plateado perfectamente peinado, su traje chaqueta de color rosa y su collar de pequeñas perlas. Sus zapatos a juego, sus pendientes de perlas, y el toque de colorete rosado que lucía en las mejillas. AL verlo simplemente no pudo contenerse y se echó a reír.

—Esto es una especie de chiste, ¿verdad? —Su risa cayó de lleno sobre la desesperación que brillaba en los ojos azules de Jane—. Es una broma, no puedes estar...

—Calla!! —A Jane le tembló la voz y también la mano con la que sujetaba la pistola—. No me lo pongas más difícil. Te aprecio, señor C., y tú lo sabes. Has sido muy amable conmigo y con mi familia, pero... —La voz se le quebró y tragó saliva al tiempo que alzaba la barbilla—. Me temo que el dinero es más importante.

—Los cuatro millones. —El intuyó que a Bella le habría gustado soltar un gruñido junto con las palabras. Controló las posibles muestras de debilidad y se mantuvo serena y tranquila—. Vulturi te dio los cuatro millones, tu los ingresante en la cuenta de Clearwather y los sacaste otra vez. Sabías que estábamos en Forks desde el principio.

—Desde el principio no, lo supe cuando llegó el cargo de la tarjeta. Te tomaste tu tiempo —le dijo, mirando a Edward—. Pensé que nunca te encontraríamos. Yo vi ese comprobante mucho antes de que Seth supiese que había llegado. Pero tenía que esperar que acudiese a Forks y se encontrara contigo. Era más sencillo hacer que alguien lo siguiera a él hasta ti.

—Y luego lo mataron. —Edward tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no enfrentarse físicamente a Jane. Si la pistola le hubiese estado apuntando a él, lo habría hecho pero, en esos momentos, Bella estaba en peligro—. Piensa en Seth, piensa en sus hijos. ¿No te das cuenta de qué tipo de personas son? Lo han matado, Jane. ¿Cómo vas a poder vivir sabiéndolo?

—Lo siento, pero hay veces en que... —En esta ocasión, fue ella la que soltó una carcajada, aunque en ella no había un ápice de humor. Una solitaria lágrima surcó su arrugada mejilla—. Obligaciones desastrosas, acciones pésimas, inversiones nefastas... He estado jugando a la bolsa a través de Internet y lo he perdido todo. No sabía qué hacer ni a quién dirigirme. Yo...

—Podías haber hablado conmigo. Ya sabes que te habría ayudado, Jane.

—Sí, me habrías ayudado, claro que sí. —la mujer sacudió la cabeza, rechazando esa idea del mismo modo que la había rechazado la primera vez que se le ocurrió—. Pero tú lo habrías sabido y, cada vez que me mirases, habrías pensado en ello. Me habrías recordado lo débil que soy y cómo las cosas escapan a mi control. Tú nunca lo habrías admitido, no eres tan estúpido, pero en algún rincón de tu mente lo habrías recordado y no me habrías tenido en la misma estima debido a ello. Fue por eso por lo que, cuando llamaron...

—Cuando llamaron —Edward asintió, comprendiendo por fin— los tipos que me habían ofrecido una parte del dinero a blanquear, los tipos contra los que voy a declarar ante el juez.

—Exacto. —Jane le dedicó una acuosa sonrisa y se secó las lágrimas—. Sabían que el FBI nunca cometería el error de permitir que alguien supiese dónde estabas escondido pero pensaron que yo podría ayudarles. Escucha y vigila, me dijeron. Escucha y vigila y si oyes algo... —Se encogió de hombros—. Fue un regalo de Dios, eso es lo que fue. Me ofrecieron cuatro millones justo en el momento en que más los necesitaba. ¿Cómo iba a decirles que no? Primero te quitarían a ti de en medio y, cuando recibiera el dinero que me habían prometido, pagaría las deudas y nunca nadie sabría lo estúpida que había sido.

—¿Así que les ibas a entregar a Edward en bandeja de plata? —La mirada de Bella fue de Edward a la chimenea que tenía a su derecha, en el otro extremo de la sala—. No podía funcionar, Jane. —Lo miró de nuevo, indicándole la chimenea, y el captó el mensaje. Estaba planeando algo y fuera lo que fuese, quería que él se moviese en esa dirección cuando empezara la acción—. ¿Y qué hiciste, Jane? ¿Diste un día libre al personal? ¿Decirle a la policía que se marchase porque el FBI estaba aquí? ¿Decirle al FBI que no los necesitaban para nada porque la policía se ocupaba de todo? Has desconectado la alarma y no has cerrado con llave la puerta principal. ¿Qué te traes entre manos?

La secretaria no respondió a las preguntas de Bella. Si lo hizo un coche que subía por la calzada de acceso y aparcaba justo en ese momento ante la casa. En esta ocasión, incluso Edward reconoció al hombre que se apeó de él. Era Aro Vulturi y se dirigía a la puerta principal.

No había tiempo para pensar. No había tiempo para nada que no fuese salvar a Edward.

Cuando estuvo segura de que el sabía qué tenía que hacer, Bella se movió y, con toda la fuerza y rapidez que pudo le clavó el codo a Jane en el estómago. Como si le hubiesen vaciado todo el aire de los pulmones, la mujer se deshinchó con un gemido, perdió el equilibrio y resbaló. Como Bella temía, consiguió realizar un disparo, que salió por su lado derecho, muy desviado del objetivo y lejos de donde le había dicho a Edward que se pusiese a cubierto.

Gracias a Dios. Por una vez, Edward le había hecho caso.

Mientras Jane se debatía por recuperar el equilibrio, Bella le arrebató la pistola. No necesitaba que ella le ocasionase más problemas por lo que, como medida de precaución, la golpeó en la cabeza con la pistola. La mujer gruñó y perdió la conciencia antes incluso de llegar al suelo.

Cuando Bella se volvió, Edward la estaba mirando.

—¿Qué? —Bella se negaba a culpabilizarse. Necesitaba quitarse de encima a Jane y ahora la mujer estaba en el suelo. Al parecer, sus métodos incomodaban a Edward, que miraba a Jane y a ella alternativamente.

—Me alegro de que nunca te enfurecieses de ese modo conmigo.

—Una vez lo hice —le dijo ella, pero no añadió nada más porque no tenían tiempo para chácharas. Se metió la pistola de Jane en el bolsillo, agarró a Edward de la mano y tiró de él hacia la puerta.

—No. —el se detuvo sólo una fracción de segundo—. Por ahí no, nos encontrará seguro. Por aquí.

En la pared opuesta a la que estaba la puerta por la que Bella había entrado había otra puerta. Edward la abrió y, antes de que se precipitara al pasillo o se comportase como un caballero y la dejase pasar primero, ella lo adelantó y abrió el camino. Con la mano de el en el hombro a modo de guía, recorrieron toda una serie de larguísimos pasillos con recodos hasta que finalmente llegaron a la cocina.

La estancia habría hecho las delicias de un chef, con abundante espacio para trabajar, amplias mesas separadas y todos los instrumentos de acero inoxidable. A Bella sólo le interesó el teléfono. Estaba en la pared, junto al frigorífico y corrió hasta él, lo descolgó y volvió a colgarlo de un golpe.

—No funciona —dijo frustrada —. Seguro que Jane cortó la línea. Ahora comprendo por qué antes no pude contactar contigo.

—¿Intentaste llamarme? —Edward la tomó por el brazo. Bella no entendía por que Edward le daba tanta importancia a esa cuestión, pero era evidente que lo hacía. La miró como si su vida dependiera de la respuesta—. ¿Intentaste llamarme?

Un chisporroteo avanzó desde la mano de Edward hasta la chaqueta empapada de Bella. Serpenteó por su camiseta y se adentró en su piel. Era una lástima no tener tiempo para disfrutar de la sensación, algo parecido a lo que debería sentirse si sus entrañas fuesen de cera y se fundiesen. Oyó un ruido en el pasillo.

—Te llamé —le dijo en un susurro— para ponerte sobre aviso.

—¿Me llamaste para ponerme sobre aviso? —susurró Edward a su vez.

—Mira... —Bella clavó los ojos en la puerta de la cocina—. Creo que ahora no tenemos tiempo para esto. Más tarde hablaremos de los problemas de nuestra relación.

—Porque Vulturi está...

—En el vestíbulo, sí, lo sé. Debe de haber oído el disparo y habrá subido primero a la oficina, pero no olvides que.., —Miró su ropa y sus zapatillas empapadas—. Yo voy dejando un rastro, no tardará mucho en encontrarnos.

Sólo podían hacer una cosa. Bella le dio un empujón a Edward en dirección a la puerta que llevaba al exterior.

—Tenemos que separarnos, Estarás más seguro fuera de la casa.

—Pero tú... —el no se movió.

—No te preocupes por mí. —Bella se sentía segura, tenia su arma en el bolso y la pistola que le habia arrebatado a Jane. Se podría librar de Vulturi al menos hasta que Edward pudiera salir ileso del lugar—. Sal de aquí, mi coche está aparcado en la puerta. Dentro hay un teléfono. Pulsa la tecla de última llamada y hablarás con Charlie. —Se oyó otro ruido en el vestíbulo, más cercano que el anterior. Sacó las llaves del coche del bolso y se las lanzó—. Vete de aquí, maldita sea.

Edward asintió pero no se movió. Primero le recorrió la barbilla con el dedo y le dijo:

—Realmente siento lo que paso en Forks Bells.

Lo último que necesitaba era una confesión que le hiciese lamentar todo lo que había tenido lugar en la casita con vistas a la fábrica. Bella rehuyó su caricia.

—Largo. Es una orden —le dijo.

Edward no parecía entusiasmado con la idea pero, sorprendentemente, le hizo caso. Caminó deprisa hacia la puerta y, sin hacer ruido, la abrió y salió. Bella suspiró aliviada. Había llegado el momento de crear distracciones.

No era difícil hacerlo. Se encontraba tras una ancha mesa de trabajo con abundantes cajones. Abrió uno de ellos que contenía una cubertería de plata. Cogió un puñado de cucharas, las lanzó al aire y las oyó chocar contra el suelo de baldosas de cerámica. Después, se situó detrás de esa mesa, rezó para que Edward pudiera llegar al coche y pedir refuerzos y se dispuso a defender su terreno.

Como era de esperar, Vulturi llegó disparando. Bella se agachó tras la mesa y respondió abriendo fuego dos veces. La puntería no le falló, le dio en el pecho pero Vulturi fue inteligente y llevaba un chaleco antibalas. Los disparos le hicieron reducir el paso pero no lo detuvieron.

Bella aprovechó su ventaja. Saltó tras la mesa y disparó otra vez, o habría debido hacerlo si su arma no se hubiese quedado atascada.

Fue presa del pánico, pero supo que no podía permitirse el lujo de pensar en ello. Sacó la pistola de Janee del bolsillo y la utilizó. Pero la pistola de la mujer en realidad estaba pensada para intimidar, no para matar. Bella hizo cinco disparos más y se le acabó la munición.

Se agachó detrás de un armario para hacer acopio de fuerzas y huir. Sin duda lo habría intentado de no haber sido porque lo siguiente que notó fue el cañón del arma de Vulturi clavada en la sien.

—Encantado de verle otra vez, agente especial Swan. —Con un lacónico movimiento de cabeza, le ordenó ponerse en pie. Bella no pudo hacer otra cosa que obedecer. Alzó las manos y lo miró con cautela—No te preocupes —le dijo el con tono tranquilo—. Ya sabes que no he venido a por ti, pero has sido un estorbo increíble, maldita sea. Si me dices dónde está Cullen...

—Debes de estar de broma. —Bella no supo qué la llevó a decidirse a discutir con el tipo. No era lo más aconsejable que podía hacerse dado que el tipo le estaba apuntando con una pistola—. Cullen no está aquí —le dijo—. Se fue hace mucho. Yo averigüé lo de Jane y lo puse sobre aviso. Cuando llegué, él ya iba camino de vuelta hacia la ciudad.

—Mentira. —Vulturi movió la pistola en su sien, obligándola a volver la cabeza hacia él.

Pese a recordarse a sí misma que no debía ser presa del pánico, que había hecho todo posible por salvar a Edward y que eso era lo único que importaba, Bella se acordó del pobre Seth Clearwather y de cómo le habían disparado por la espalda. Tragó saliva ante esa idea y el miedo que conllevaba. Al menos, en su esquela no diría que había muerto investigando el caso del oso Smokey.

Como mínimo, habría dado la vida por una buena causa. Podría morir pensando en Edward y en la maravillosa noche que habían pasado juntos. Y morir con una sonrisa en los labios.

Cerró los ojos más dispuesta que nunca a escuchar el chasquido del gatillo. Pero en lugar del chasquido oyó un fuerte ruido y notó que el hombre a su lado quedaba laxo. Se volvió justo tiempo para ver cómo se desplomaba. A su lado estaba Edward, aferrando el arma que había utilizado para golpear al matón: su trofeo de peor jugador de bolos de la noche.

Bella parpadeó asombrada y, al cabo de un segundo, volvió a la realidad.

—¡Te he dicho que te largaras de aquí! —le gritó.

Edward dejó el trofeo sobre la mesa y dijo:

—¿Crees que ésta es manera de recibir a la persona que acaba de salvarte la vida?

—Está bien, de acuerdo. —Bella cruzó la cocina y se agachó junto a Vulturi para quitarle el arma. Tendría que haberse sentido aliviada, relajada, extática, pero no, estaba enfadada. ¿Acaso aquel hombre nunca iba a hacerle caso? ¿No sabía que habrían podido matarlo?—. Está bien, gracias —gruñó.

—De nada —gruñó el de vuelta a su vez.

El sonido de la sirena de un coche de policía puntuó sus palabras y Bella supo que Edward había llamado pidiendo refuerzos. Pensó que tenía que darle las gracias por eso y que algún día lo haría; cuando consiguiera inculcar algo de sensatez en la alocada mente de Edward.

—¿Qué demente regresaría a la casa en la que se encuentra el matón que quiere cargárselo? —No habría tenido que gritar de no haber sido por el ruido que hacía la policía fuera de la casa, ni por el impacto en los cristales de la puerta principal y la ruidosa llegada de lo que parecía la mitad de la población de Long Island.

—El mismo demente que intentaba salvarte —gritó el. Era obvio que también quería hacerse oír.

—Fantástico. Me has salvado. —Señaló el bolso que había dejado en el suelo, junto a los pies de Edward—. Ahí dentro están las esposas —le dijo—. ¿Quieres sacarlas, por favor?

Bella esperaba que le contestase gritando o al menos que se resistiese. En cambio, Edward agarró el bolso y extrajo las esposas. Cuando se las tendió, en su rostro se dibujó una conmovedora sonrisa.

—En un momento como éste —dijo el—, ¿no se te ocurre pensar en otra cosa?

Bella sintió una oleada de calor en el rostro y en otras zonas de su anatomía. En esta ocasión, no tenía nada que ver con la rabia.

—No estaba pensando en ello —admitió—, al menos hasta que tú lo has sugerido. —Miró las esposas que colgaban de la mano de Edward, la sonrisa de su rostro y la diabólica expresión que encendía sus ojos—. Pero ahora que has sacado el tema...

No pudo terminar la frase. La puerta trasera se abrió de golpe y entró un equipo del cuerpo de operaciones especiales de la policía. La puerta del vestíbulo también se abrió y Charlie y dos agentes más que ella conocía corrieron hacia la cocina. Los seguían un par de detectives vestidos de paisano con trajes oscuros. Por el trato deferente con que se acercaron a Edward, Bella supo que era su propio cuerpo de seguridad.

—¡Sáquenlo de aquí! —gritó Charlie por encima del caos general, señalando a Edward. Los de seguridad lo rodearon y se lo llevaron de la cocina.

—¡Esperen! —gritó ella, aunque sabía que Edward ya no la oiria. En el vestíbulo había más agentes de seguridad. Y policías. Uno de ellos había esposado a Jane y la llevaba hacia uno de los coches. Bella se precipitó entre la gente, pero cuanto más lo intentaba, más le costaba alcanzar a Edward.- Edward…. Esperen… Edward!


****
Que le querra decir Bella a nuestro salvador??? Uuu... ya quiero saber. El Lunes subire el penultimo capi u.u
Besos
Las quiero mucho....van a comentar?? :)

OJO: Quedan 6 dias para que acabe el plazo para los OS... el viernes 1 de oct subire los que han llegado y tendran 15 dias para leerlos y comentarlos...ya les dire como seran las votaciones. Animense aun hay tiempo!! envienlos a NENYWRITTERCULLEN@HOTMAIL.COM


Afilianos ^^

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